La Sala /Escuela Habitándonos, se
encuentra en el corazón del Abasto, lugar que desde hace años es uno de los
centros del teatro de autogestión. Hotel que fue recuperado, ya hace cinco
años, por Cecilia Colombo y Alberto Ivern, donde también participa Lucía
Lerendegui, y que posee salas de ensayo, un lugar donde se brindan clases, se
llevan adelante exposiciones, muestras, conferencias y representaciones
teatrales. Haciendo un poco de historia:
El lugar era una enorme casa en ruinas a la cual los
vecinos denominaban “El Hotel”. Rasqueteando sus viejas paredes aparecía una
misma leyenda escrita en azul sobre placas de chapa esmaltada: “es prohibido
escupir en el suelo”, ordenanza municipal, 21 de abril de 1902. Era casi el
único rastro que quedaba –además del cartel en la puerta-, del hotel “LUGO”,
creado por Martin Anta, oriundo de esa localidad española, para los inmigrantes
que llegaban desde Europa a Buenos Aires. Cecilia y Alberto soñaban con abrir
un centro de integración cultural, al cual bautizarían “habitándonos”.
Los vecinos en cambio presagiaban una catástrofe: “mire que El Hotel se
está cayendo”, les aseguraban. Pero esa tenaz profecía, junto a la falta de
papeles y probables juicios sucesorios, el estado deplorable de los techos y el
hecho de estar ocupado por intrusos…que tanto espantaba a los probables
compradores, fue lo que les permitió a estos artistas, concretar su sueño sin
tener que empeñar en ello más que sus escasos ahorros y la venta del pequeño
departamento en el que vivían. Hoy en “Habitándonos” anidan entre otras
iniciativas, una sala teatral [1], la sede central de la Escuela Latinoamericana
de Mimo y Teatro Corporal, el Taller de Teatro y entrenamiento corporal
expresivo, entre otras muchísimas iniciativas artísticas y culturales. En 2011
Habitándonos fue declarado "Embajada de Paz" por el Honorable Senado
de la Nación,
a instancias de la ONG
"Mil milenios de paz" y el Consejo Argentino por la Paz.
En ese espacio que es prueba evidente de que el teatro es mágico y pone
en acto aquello que la imaginación se atreve a insinuar, se lleva adelante una
pieza que trabaja sobre todo con la subjetividad. La puesta desde el título, Persona1, pone en escena una
indefinición, persona es un sustantivo que encierra un concepto pero que no
propone una referencialidad. Sin embargo, los tres personajes que habitan la
escena si tienen cada uno una identidad compleja que aparece negándose a sí
misma desde la palabra y desde el silencio. El Sr Vogler, la enfermera Alma, y
su hermana “la Numis”
son tres en uno como la Santísima Trinidad.
Nada aparece como una realidad concreta, y la primera categoría que cae es la
de verdad. La realidad está construida desde la mascarada y el absurdo, desde
lo bizarro y lo grotesco, desde el relato unívoco de la enfermera que
trasvierte su sexualidad, ya que es un hombre con tacos altos, cartera y uñas
pintadas pero que conserva su barba, y su ropa masculina, mientras su hermana
¿alter ego de sus fantasías eróticas? Despliega su sensualidad delante del Sr
Vogler y del espectador que asiste al desafío de ser interpelado desde el
cuerpo y la violencia que se ejerce sobre él. Las muy buenas actuaciones logran
desde el cuasi – monólogo de Paulo San Martín, la intensidad del trabajo con el
cuerpo de Sabrina San Martín y la expresividad del gesto de Marcelo Saltal, que
los climas se sucedan sin descanso, envolviendo al espectador en una espiral,
en una vorágine donde la incertidumbre de los sucesos presentes y los evocados
pone siempre en cuestión la certeza de lo expresado, desde el silencio y la comprobación de lo que perciben los
sentidos. La muerte que acecha en las flores, en la escopeta, en el relato de
la enfermera Alma, busca ser neutralizada por los actos repetidos y
convencionales que la sociedad le pide a los hombres; “personas” que encierran
una y muchas entidades dentro de sí, y que tras la máscara de la normalidad
ocultan el cielo y el infierno que los habita. Un trío compuesto por seres que
se duplican, Vogler y el Rey del Karaoke, Alma enfermera /enfermero, la Numis la hermana de Alma y
la seductora de Vogler. ¿Por qué la puesta nos incomoda y nos sensibiliza al
mismo tiempo? Tal vez porque pone en acto nuestra propia inestabilidad,
nuestros miedos, la fragilidad de nuestras máscaras, los secretos que nos
constituyen en lo más oculto de nuestra conciencia, y la única certeza posible
e ineludible, la de la muerte. Relato que enmarca otros relatos, que se
extienden para concentrarse en un punto hacia el final, donde la soledad se
produce por la eliminación del otro, ese otro que nos perturba en su presencia
acusadora. Relatos que en el nivel profundo de la historia son fuerzas,
corrientes que se chocan y se desplazan constantemente. A otro nivel, no tan
profundo pero igualmente intenso, también se genera cierta incomodidad espectatorial
de manera arbitraria y totalmente provocada desde el espacio escénico. Un espacio
muy reducido que involucra necesariamente al público, no por los límites
físicos de la Sala
sino por la manera en que está armado el dispositivo escénico. Otro tema
importante es la abundancia de elementos kitsch, o mejor dicho “lo camp”, siguiendo a Sontang:
Es más, la esencia de lo camp es el amor a lo no natural: al artificio y la exageración. Y lo camp es esotérico: tiene algo de código privado, de símbolo de identidad incluso, entre pequeños círculos urbanos. (1984: 303)
La novelista y ensayista da
más de 50 notas sobre “lo camp” y, en particular, nos parece pertinente la
siguiente nota en relación a Persona:
10. El camp lo ve todo entre comillas. No será una lámpara, sino una«lámpara»; no una mujer, sino una «mujer». Percibir lo camp en los objetos y las personas es comprender el Ser-como-Representación-de-un-Papel. Es la más alta expresión, en la sensibilidad, de la metáfora de la vida como teatro. (308)
Porque consideramos
que la propuesta de este hecho teatral, en especial, es poner entre comillas
las categorías y códigos teatrales preestablecidos, poner entre comillas la
cotidianidad y la rutina, para indagar sobre el artificio desde otras posibles
perspectivas, otras diferentes miradas, sin olvidar lo mágico y lo ritual de
cada representación teatral.
Persona por Paulo San Martín, Sabrina San Martín, Marcelo Saltal. Diseño de iluminación: Claudio Alejandro del Bianco. Realización de dispositivos lumínicos: Claudio Alejandro del Bianco. Diseño de vestuario: Pía Drugueri. Fotografía: Sol Blanco. Musicalización: Galo Ontivero Asistente de dirección: Sofía Dunayevich Daly. Dirección: Galo Ontivero. Sala Habitándonos.
Las Heras, Antonio, 2003. Psicología
junguiana. Buenos Aires: Editorial Trama.
Sontag, Susan, 1984.
“Notas sobre lo ‘camp’” en Contra la interpretación y otros ensayos.
Barcelona: Seix Barral: 303-321.
1 La persona o Máscara: Jung denomina
Persona a un aspecto del psiquismo que forma parte del Consciente que está en
contacto directo y continúo con el mundo exterior. Se trata de una “parcela de
psique colectiva”. La única con jurisdicción directa en el campo de lo
Consciente. Es el “rostro externo” de la psique. Extrae este término del griego
“prosophon”, que significa máscara, nombre de los disfraces – armaduras que los
actores griegos usaban sobre sus rostros cuando realizaban actuaciones
teatrales representando animales, dioses o seres humanos; instrumentos al
servicio de la sobrevivencia. (Las Heras, 2003, 27)
Muy agradecidos por el comentario! Hermosa nota
ResponderBorrarEl equipo de Habitándonos