Chema Cardeña1 es un autor español que con La puta enamorada conformó una trilogía
de obras cuyos temas y procedimientos derivan del teatro Isabelino, del Siglo
de Oro español y del Clasicismo francés: La
estancia (1996), La puta enamorada (1998) y El idiota de Versalles (1999)
La puesta que lleva adelante Nicolás Pérez Costa desde la actuación y la dirección
suma a la mirada del autor un punto de vista propio. La obra se estructura con
los procedimientos del barroco, mixtura entre la tragedia y la comedia,
personajes populares, el tema de la libertad y la responsabilidad, y sobre todo
el amor y el honor. La
Calderona (María Inés Calderón)2
era una cortesana, la amante de Felipe IV, cómica de corral, en un fondo
histórico donde reinaba la
Contrarreforma, la monarquía absoluta y el tristemente famoso
tribunal de la Inquisición. Diego
Velázquez es el pintor barroco por excelencia de esa corte corrupta. Hasta allí
el relato histórico, de la objetividad de los hechos comprobables a la
intimidad de la subjetividad de los triángulos amorosos que la trama teje y que
tienen por centro a la actriz, al rey, a la reina y al artista; y como en toda
tragicomedia, los criados, el de ella y el de él, cuya actividad a espaldas de
sus amos, logran precipitar los hechos y convertir una circunstancia en
tragedia. Un lenguaje que no descarta lo escatológico, en la voz de sus personajes
centrales como en aquellos que conforman el coro, las mujeres del pueblo, que
canta y bailan en los días de carnaval hasta la cuaresma; y que son las
antagonistas primeras de la
Calderona a quien echan en cara, literalmente tirándole sus
orines, el licencioso comportamiento sexual de la actriz. La mujer como centro
del pecado para una sociedad que oculta sus deseos y sus bajezas; la estigmatización
del trabajo en el teatro y el arte doblegado a la figura del poder, un rey
dueño de cuerpos y haciendas que compra belleza y a los hombres y mujeres que
la producen. Una España que se debate entre la riqueza de su corona y la lucha
del pueblo por sobrevivir a como de lugar, donde el otro es un enemigo
potencial, y donde la Iglesia
compite con el reinado que sostiene. En esta cosmogonía oscura, la figura de la
mujer que baila sola y recorre los espacios como una sombra en la puesta,
podemos asociarla a la esposa despechada del pintor, o a la muerte que ronda
los cuerpos de los personajes y que finalmente se abraza a Velázquez antes de
ser hecho prisionero. La irrupción del cuadro “La Venus del espejo”3 pintada por Diego en Roma y la única
conocida de ese tenor, agrega al relato dramático un condimento de misterio y
sensualidad a una relación que no sabemos si fue tan sólo mercantil. El modelo
se sabe no fue la Calderona,
pero la circunstancia en que se incluye su realización produce efectividad sobre el espectador, cubre el
imaginario de las relaciones entre pintores y modelos y le aporta una clave
verosímil aunque ficcional. Una de las características del barroco es que se deja
de pensar en un solo centro, en un círculo, para aceptar la idea de la elipsis
como una deformación del primero, con lo cual surgen inevitablemente dos
centros. Esto es lo que sucede especialmente en el teatro El Bardo, por un
lado, el estreno de La puta enamorada
y, por otro, la reinauguración del teatro. En la utilización del amplio espacio
escénico el espectador encuentra también elementos barrocos más allá del texto
primero. Un espacio en continuo movimiento y donde los personajes parecen no
encontrar un punto de equilibrio o de estado perfecto. Las distintas escenas se
van sucediendo en sitios y niveles diferentes reduplicando el centro del
espacio escénico, como reduplicó Velázquez a La Venus y a los Reyes en los
espejos, y provocando una reconfiguración del espacio ficcional. Otro tema es el
juego, el placer, lo decorativo en el barroco y la idea del erotismo como una actividad lúdica, esto se
materializa en el texto espectáculo a partir de la utilización de pequeños
recipientes con pintura de colores brillantes –rojo, verde, azul,…- para expresar
a través del trazo realizado con las manos diferentes emociones. Así en el
momento de mayor seducción entre Diego y la Calderona, sus cuerpos
apenas se rozan y la imagen plástica lograda con los diferentes colores sobre
los cuerpos o sobre los paneles es interesante. Aunque, casi al finalizar la
obra, este recurso tan plástico parecería un poco excesivo y pierde la
sugestión de la escena comentada. Si la escenografía tiene una fuerte marca
también el impecable vestuario completa ese clima barroco, clima de transición,
de música y de pasiones. El profesionalismo de los actores, en especial de Nicolás,
Candela y Agustín, terminan de darle al hecho teatral un punto de fuga que nos
une al Siglo de Oro español.
La puta enamorada de Chema Cardeña. Elenco: Nicolás Pérez Costa, Candela Cibrián, Agustín Pérez Costa, Íara Martina, Eric Baez, Cecilia Barlesi, Natalia Biasin, Micaela Rivetti. Maquillaje: Sofía Nuñez. Diseño y Realización de Vestuario: Saldivia – Spidirone. Diseño y Realización de Escenografía: Lucio Tirao. Fotografía y Diseño Gráfico: Estudio Fuentes Fernández. Fotografías: Francisco Cordoba. Asistencia de Dirección: Katalina Nuñez, Santiago Tezza. Entrenamiento en Acento Español: Jaime Diaz. Entrenamiento en Artes Plásticas: Lucio Tirao. Coreografía: Micaela Rivetti. Producción Ejecutiva: Katalina Nuñez. Producción General: Salvador Collado, Rubén Barreira. Dirección Musical: Nacho Medina. Puesta en Escena y Dirección General: Nicolás Perez Costa. Teatro El Bardo.
Álvarez Sellers,
Alicia. Iconografía del retrato de actor,
La Calderona,
Juan Rana, y Pablo de Valladolid. (280).
Oliva, César, 2004.
Teatro español del siglo XX. Madrid, España:
Editorial Síntesis.
1 Chema Cardeña nombre
artístico de José María Gómez Cardeña,
dramaturgo, actor, director, productor y profesor de teatro nacido en Córdoba
en 1963, es actor y autor, actividades que incluso a hecho coincidir en obras como
Aquí radio Andorra (1993) y Anoche fue Valentino (1994), La estancia
(1996), La puta enamorada (1998), y El banquete (2000) La puta enamorada es otra mirada sobre las relaciones entre la Calderona y Felipe V;
esta vez mezclada por el encargo que el Rey hizo a Diego Velásquez para que
inmortalizara a la conocida actriz. El autor elude la relación meramente
histórica para hablar de amor, pero también de una corrupción que va más allá
del siglo en que sucede la acción. (Oliva, 2004, 330) Cardeña en 1988 ingresa en el Instituto
Shakespeare y comienza su carrera como actor que prosigue en el Centro
Dramático de Valencia a las órdenes de directores como John Strasberg, García
Valdés, Edward Wilson o Michael McCallion. En 1990 funda la compañía
L´Americana Teatre, con la que inicia su carrera como autor con las obras Aquí
Radio Andorra y Anoche fue Valentino, con las que en 1995 recibe su primer
premio como autor, el de la
Crítica de Valencia. Ese mismo año funda, junto a Juan Carlos
Garés, Arden Producciones, compañía con la que continúa su carrera como autor
con sus trilogías de Teatro Clásico Europeo (La estancia, La puta enamorada
y El idiota de Versalles) y la
Helénica (El banquete, La reina asesina y El ombligo del
mundo). Ha escrito más de veinte obras y ha recibido, entre otros, los
premios de la Crítica
de Barcelona, Crítica de Valencia, el Max Aub de Teatres de la Generalitat Valenciana
y el de la AITA
de Alicante.
2 Sobre el famoso retrato hay una
hipótesis de que se encuentra en el Convento de las Descalzas Reales de Madrid,
donde se supone se recluyó la actriz luego de dar a luz al hijo bastardo del
Rey, Don Juan de Austria, San Hemernegildo; la misma aparece en el texto del
historiador Elías Tormo: En las Descalzas
Reales, estudios históricos, iconográficos, y artísticos. La actriz terminó
su vida como abadesa y su hijo fue el único hijo natural reconocido por el Rey.
3 La pintura tuvo un recorrido
singular, “El primer propietario de la obra fue un pariente del conde – duque
de Olivares; perteneció luego a los duques de Alba y después al píncipe de la Paz. Ingresó en la National Gallery
de Londres en 1906, donde en 1914 fue gravemente dañada –con un hacha- por una
sufragista exaltada.” (Maestros de la Pintura, Veláquez 2, 11/10)
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