En un juego de abismos la fuerza ejercida sobre un cuerpo, el de
Damiens, se transmite al ojo perverso del espectador convertido en multitud en
el siglo VXIII, y al ojo individual y expectante de aquella perversidad
sugerida y apropiada en el presente de la puesta en escena de un drama que nos
involucra en las azarosa huella de la historia. Pero esa violencia centrífuga
que nos atraviesa sólo es posible por un texto potente, y una actuación
deslumbrante sin eufemismos. Cuando la agonía y el sufrimiento terminan en
escena, un piadoso apagón cae sobre la figura del actor, que al reaparecer la
luz ya no es aquél que por sesenta minutos nos introdujo en la crueldad del
relato, sino un ser luminoso que expresa la alegría del trabajo bien hecho. En
ese instante, la pureza de su actuación queda al desnudo, cuando aún sin
reponernos de lo vivido, vemos como el actor nos da cuenta de que el teatro es
un juego maravilloso que nos permite vivir vidas, situaciones, amores y odios,
en un tempo suspendido en el tiempo y salir de él para pensar lo sentido.
Cristian Palacios logra una perfomance impactante desde la expresividad del
gesto y la técnica del cuerpo, ya desde el instante de su presencia en un
escenario despojado, -sólo dos banquitos pequeños, un lápiz mocho que sólo
logra escribir a partir de la presión sobre el papel y una pequeña libreta
donde el personaje intenta dar cuenta, fragmentariamente, de su propia
narración -, mientras un silencio de peso específico y envolvente densidad va
creando la complicidad necesaria con el público para el acto lúdico que iba a
dar comienzo. La dirección de Paula Brusca, pasa el punto de vista por ese cuerpo
/instrumento con el conocimiento de que Palacios era capaz de sacar de sí,
todas las tonalidades necesarias. Damiens
fue estrenada en el 2003, recibió premios, y participó en Festivales nacionales
e Internacionales. ¿Qué narra el monólogo que despliega la puesta?, podríamos
decir que los hechos a partir de la voz de los que habitualmente sólo pueden
gritar hasta el agotamiento o mantener un delicado equilibrio entre la voz y el
silencio. La voz de los condenados no por el crimen del que son culpables sino
de los que nacen condenados, porque ya llevan en su sino el estigma de la
realidad que los poderosos van creando para él. Como el personaje expresa, la historia gira a
su alrededor y él es sólo testigo. Rebelarse a la prisión que significa no
tener derechos, desata la ira que lleva a Damiens a otra donde los barrotes son
tangibles y concretos, y donde su cuerpo ya no le pertenece:
Los sentimientos religiosos nos invaden y los
movimientos de nuestro corazón nos inducen a la clemencia. Pero nuestro pueblo,
al que pertenece nuestra vida más que a nosotros mismos reclama, de nuestra
justicia, venganza de un crimen cometido contra la vida que nos deseamos
conservar para vuestra felicidad. (Preámbulo de Luis XV)
La monstruosidad de la sentencia en relación al crimen, pone en
evidencia la prepotencia del poder sobre los hombres, hoy como ayer.1La propuesta de Cristian Palacios2 como en Alonso y Aguirre[3], aunque
con una estructura y una estética distintas, expresa desde la Compañía Nacional
de Fósforos[4]
el trabajo sobre el relato histórico para dar cuenta de aquellos
acontecimientos que produjeron en su vorágine de violencia y codicia, la muerte
de muchos inocentes y el comienzo de una transformación. Transformación en varios
sentidos, por un lado, en el pequeño programa de mano la imagen parcial de un
violín – las clavijas, el astil y parte de su caja de resonancia…- que nos
recuerda la mentalidad cortesana del absolutismo francés y las extravagancias
del Palacio de Versalles. Por otro, es inevitable recordar que fue la antesala del
estallido de la
Revolución Francesa. El texto dramático parte de breves citas
a Foucault en Vigilar y Castigar, el filósofo da cuenta de que hubo un cambio
importante entre la forma de castigar durante el siglo XVII, Antiguo Régimen
francés, y la primera mitad del siglo XIX. Uno se esos importantes cambios es
la desaparición del espectáculo público del castigo, del suplicio, y éste es el
núcleo duro del texto espectáculo donde la experiencia expectatorial queda
clausurada. Es imposible, a pesar de la teatralidad del monologo, evitar como
espectadores lo concreto del espacio lúdico, la acumulación de los tormentos y
lo opresivo de un devenir inevitable:
Finalmente, se lo descuartizó […] Esta última
operación fue muy larga, porque los caballos que se utilizaban no estaban
acostumbrados a tirar; suerte que en lugar de cuatro, hubo que poner seis, y no
bastando aún esto, fue forzoso para desmembrar [...] (2002:11)
El tenso clímax hacia el final del hecho teatral es logrado con el
mínimo de los recursos con que cuenta un actor: solamente con el tono de su
voz. Porque incluso se nos oculta su rostro en un momento de tanta crueldad.
Damiens, el personaje, se filtra por los poros del actor y está vivo más allá
de toda convención teatral. Damiens
es la representación de la ruptura de un
cuerpo brutalmente sometido con la sociedad de su época y también con la
naturaleza, al que sólo le queda el mundo divino, “Dios mío, ten piedad de mí;
Jesús socorredme”. (2002:11)
Foucault, Michel, [1975] 2002. “El cuerpo de los condenados” en Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión.
Siglo XXI: Buenos Aires: 11-37.
1 La monarquía quiso sentar un precedente para
el delito de regicidio, pero a todas luces se les fue la mano. Después de la
muerte de Damiens se emprendió una verdadera cacería de brujas; la aldea donde
nació fue arrasada con la orden expresa de que nunca más volviera a ser
reconstruida ni poblada. Su esposa e hija, sus padres y hermanos, fueron
desterrados de Francia bajo pena de muerte instantánea si regresaban. El resto
de su familia se vio obligada a cambiar de apellido por temor a las
represalias.
Este cruel asesinato y la posterior persecución a su familia, estremecieron varios cimientos de la sociedad, empezando por la mentalidad del mismo pueblo que solía disfrutar de estos espectáculos. Por primera vez, empezaron a tener conciencia de la injusticia, sobre la desproporcionalidad con la que fácilmente se juzgaba el delito de un plebeyo. Este evento, ampliamente difundido entonces, marcó un punto de inflexión en los espíritus libres. Hubo un antes y un después de la muerte de Damiens.
Este cruel asesinato y la posterior persecución a su familia, estremecieron varios cimientos de la sociedad, empezando por la mentalidad del mismo pueblo que solía disfrutar de estos espectáculos. Por primera vez, empezaron a tener conciencia de la injusticia, sobre la desproporcionalidad con la que fácilmente se juzgaba el delito de un plebeyo. Este evento, ampliamente difundido entonces, marcó un punto de inflexión en los espíritus libres. Hubo un antes y un después de la muerte de Damiens.
2 Cristian
Palacios estudió la carrera de Letras en la Universidad de Buenos
Aires y Dirección de Artes Escénicas en el Instituto Universitario Nacional de
Artes. Es profesor de Teatro, Literatura y latín y licenciado en Letras. Ha
realizado seminarios con Pompeyo Audivert, Suzanne Lebeau (Canadá), Robert
Woodruff (U.S.A.), Hassane Kouyate (Kenya). Estudió en México con el maestro
Nicolás Nuñez y en Colombia con Marian Ralea de Rumania. Trabajó junto a Carlos
Mathus en La Lección
de Anatomía. Perteneció (como actor, director y fundador) al Circo Cicuta.
Estudió Artes Circenses con Mario Pérez, Trapecio con Gustavo Silva, Clown con
Enrique Federman y Técnicas Circenses con Los Siete Dedos de la Mano (Canadá). Ha dictado
talleres y seminarios de teatro en Córdoba, Mar del Plata, Tucumán, México DF,
Bogotá y Madrid. En televisión realizó trabajos para Ecuador, Costa Rica,
Chile, México y Argentina. Ha formado parte del elenco de DE LA GUARDA, con el cual ha
realizado giras por Rusia, Chile, Colombia y Argentina y junto al cual ha
participado del prestigioso Festival Iberoamericano de Bogotá. Como dramaturgo
ha estrenado nueve obras de su autoría. El autor /actor junto a Paula Brusca dirige La Compañía Nacional
de Fósforos, con la cual presenta espectáculos tanto para adultos como para
niños. En el teatro para niños realizó: LIBROS
DE PIRATAS, 2003 (Mención Especial Mejor Espectáculo para Niños
en la Fiesta Regional
del Teatro de la Provincia
de Buenos Aires, 2004) LOS SONÁMBULOS:
UNA HISTORIA DE LA CIENCIA
EN DOS PATADAS, 2006 (Espectáculo seleccionado para la Fiesta Provincial
de Teatro Para Niños 2007; 2da Mención Fiesta Provincial de Teatro para Niños
2007, premio ATINA mejor actuación masculina) EL EXTRAÑO VIAJE DE NIKOLAUS PIPER, 2008 (Segundo premio en el
Concurso Nacional de dramaturgia “Cultura, Derecho, Necesidad y Decisión”
organizado por el Instituto Nacional del Teatro, Argentores, la Asociación Argentina
de Actores y la
Asamblea Permanente para la Defensa de los Derechos
Humanos.)
4 Herederos de la renovación de antiguas tradiciones,
buscadores de nuevas formas para pervertirlas, deformarlas y abandonarlas a la
búsqueda de más, la Compañía Nacional de Fósforos nace en marzo de 2002 con el
estreno de El Abismo en el Teatro Municipal de Morón. Sus espectáculos se
caracterizan por ser siempre una búsqueda, conjugando la teoría con la
práctica, adaptando viejas técnicas a nuevos modelos, apostando siempre al
espectáculo como pensamiento, y como tal revolucionario, subversivo,
inquisidor, irreverente.
http://lafosforerateatral.blogspot.com.ar/p/presentacion.html
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