lunes, septiembre 10, 2012

Los poetas de Mascaró




Si no existiera la poesía, no existirían los mares ni los cielos
Ni las grandes densidades planetarias, no existiría el hombre y su delirio
Todo quedaría olvidado en el tiempo, sin marca ni registro
Sólo el dolor como un grito ahogado en la garganta.

Un homenaje a la poesía en el marco del décimo aniversario del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, se desarrolló un martes 28 de agosto de este año; la conjunción de planetas hizo también que se sumara el cumpleaños de uno de los representantes de la institución y un poeta consagrado, hijo de dos grandes autores de la palabra poética: Javier Villafañe y Elba Fábregas; y a su vez uno de los integrantes del grupo Mascaró1 de poesía, nombre que marca la pertenencia a una generación y a un autor Haroldo Conti y su precisa e intransigente escritura: Juanjo Villafañe. La presentación de dos libros, uno que reúne los complejos laberintos de tres textualidades unidas por el amor y separadas por la creación estética, Los Villafañe poesía familiar, y el otro una antología del grupo que recoge los poemas de: Luis Eduardo Alonso, Leonor García Hernando, Nora Alicia Perusin, Sergio Kisielewsky, fueron de alguna manera la excusa para una reunión que fue sin eufemismos una caricia para el alma. El micro clima que se creó en la Sala Solidaridad, ese momento mágico, nos hizo pensar a todos los presentes que otro mundo es posible; el que la poesía puede crear desde la belleza y desde el horror. La presentación que estuvo a cargo de Leopoldo Castilla, Noé Jitrik, y Juan Carlos Junio (Director del Centro Cultural de la Cooperación) se dividió en dos instancias, la de las palabras de homenaje, agradecimiento e introducción al tema: la poesía; y un espectáculo sobre los poetas del grupo, palabra y música que cerró la jornada con la belleza de voces y sentidos flotando entre los espectadores. Los poetas de Mascaró es una obra que dirige su fuerza dramática a la expresión vocal, y que en las voces de las actrices y los actores convocadas toma la intensidad requerida por lo teatral. Leonor Manso, Ingrid Pelicori, Elena Tasisto, Claudia Tomás, Patricio Contreras y Walter Quiróz, con sólo un atril como apoyatura, más la música en vivo del guitarrista Benito Grande y puesta en escena de Leonor Manso, logran convocar a los vivos y a los ausentes, que pesan sobre todos como presencias necesarias e inolvidables: Haroldi Conti, Claudio Ostrej, Claudio Valetti y María Elena San Martín de Valetti, como también Javier Villafañe y Elba Fábregas. Los primeros arrebatados de la vida por la mano de la dictadura militar. Como afirma Juano Villafañe en el prólogo al libro:

Nosotros no alcanzamos a conformar, en los años setenta, una generación, y en los años ochenta, representamos parte de la diáspora que generó la derrota intelectual y política. Podríamos decir, entonces, que recién comenzamos a proyectar nuestra obra literaria hacia fines de los años ochenta. Nuestra generación fue la expresión más acabada de esa escritura entre fronteras que se establece y se reconoce de manera tardía, por el alto grado de invisibilidad y estancamiento cultural de los primeros años de la post – dictadura y el neoliberalismo.

Sin embargo, de esa derrota surgen implacables las palabras que enuncia el poeta y que en la voz del actor se disparan hacia la platea con una fuerza que construye nuevamente el camino de la posibilidad:

                    Mariposas 
                    Yo, este animal que ha perdido su pelea,
digo que así como el vuelo de una mariposa perdida en el Pacífico
puede desencadenar un mes de lluvias y tormentas en el Río de la Plata
y arruinar mis vacaciones merecidas llenas doradas bikinis
también ese oscuro poema que brilla en el cajón de tu escritorio podría cambiar el mundo
no te desanimes, Luis
detrás de cada mariposa hay otra oportunidad
otros mundos como debajo del vestido de esa mujer que pasa. (Luis Eduardo Alonso, del libro Sudestadas, 1999)

De la desesperación a la resistencia, afirmación de una utopía, la de no transigir y permanecer fieles a la palabra empeñada de modificar sino el mundo, la escritura  que abarca la vida de todos los días. Una mirada nueva sobre las cosas y las personas a partir de las diferencias de cada uno de los poetas que integran la antología desde la lógica temporal de sus comienzos hasta un hoy que sigue persiguiendo la fuerza del lenguaje.

                        Más herida por lo próximo que por el pasado; asisto al
                        homenaje que hacen de mí las pasiones.
                        los muertos de la historia golpean con sus huesos desnudos
                        crecen sus cabellos en blancas constelaciones
    la lucidez de sus muertos me aprisiona. (…) 
(Leonor García Hernando del libro Negras ropas de mujer, 1987)

El espacio de la Sala Raúl González Tuñón en penumbras y despojado es el marco ideal para “un espectáculo de poesía y homenaje”. La iluminación destaca sin sobresaltos la intervención de cada actor o actriz, el clima onírico y de fascinación se mantiene durante todo el tiempo real del hecho teatral. El acompañamiento de la guitarra, su ritmo y su melodía, subraya la emoción o la tensión que se desprende de la poesía, y junto a las canciones interpretadas por Claudia Tomás refuerzan las imágenes auditivas que, necesariamente, surgen a partir de la intensidad y del tono de cada palabra. Cada soporte con una sonoridad distinta pero todas ejecutadas con una sensibilidad especial, cada espectador se sumerge en un mundo otro, el mundo de la imaginación y del recuerdo. Cada artista con la particularidad que le es propia y en conjunto, sin asimetrías, su labor se potencia superando los límites del espacio escénico. Cada persona del público deja la Sala sin olvidar la última frase: “Fuimos los mejores porque la belleza ocupó totalmente nuestro corazón”, y henchido por toda la potencia poética que ha recibido y, a la vez, escindido entre un pasado doloroso y un homenaje presente, por demás merecido, a aquellos que tuvieron “que vivir experiencias límites entre lo poético y lo político.”






Los poetas de Mascaró adaptación literaria Leonor Manso e Ingrid Pelicori. Elenco: Patricio Contreras, Leonor Manso, Ingrid Pelicori, Walter Quiróz, Elena Tasisto, Claudia Tomás. Músico invitado: Benito Grande. Poemas de: Luis Alonso, Leonor García Hernando, Nora Perusin, Sergio Kisielewsky, Juano Villafañe. Sala Raúl González Tuñón en el Centro Cultural de la Cooperación.















1Los poetas de Mascaró fue un grupo de escritores integrado por Luis Eduardo Alonso, Leonor García Hernando, Sergio Kisielewsky, Nora Perusín y, quien escribe, Juano Villafañe. Nos conocimos a principios de 1970, en el marco del Taller Literario” Mario Jorge De Lellis”. Siempre nos sentimos parte de los “que se salvaron” de ser desaparecidos. Vivimos en la apertura democrática durante los años ochenta el gran drama nacional de los desaparecidos que Leonor García Hernando definió como “la muerte argentina”, la muerte impuesta “para escarmiento de un pueblo retobado”. Éramos muy jóvenes para asumir la muerte y también la derrota de un proceso que tampoco alcanzamos a dirigir. El Grupo Mascaró vivía en un estado de permanente expansión utópica que no apostaba a ser sólo  una acción voluntarista. La poesía es en sí una expresión utópica con anclajes reales. Vivir poéticamente fue el desafío del grupo, como acto de fidelidad absoluta a la escritura y a la vida cotidiana que hacía a la escritura. Con la poesía no cambiábamos el mundo, pero el estado poético se parecía al mundo transformado.




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