martes, febrero 28, 2012

Ojos verdes de Amancay Espíndola



El personaje, la mujer, atraviesa con su maleta y un arma el espacio despojado, sólo un banco y un panel, que luego se inundará de imágenes a partir de las proyecciones que se reiteran y que van no sólo creando climas sino también aportando una simbología que da espesura semántica al relato. La mujer quiere tomar un tren que no llega, y detrás de ella una pared  y una puerta, que luego también se duplicaran, son la entrada o la salida a otro mundo, que no responde, y que se hace presente desde la ausencia. Otra mujer se suma a su soledad, y también espera, pendiente de una luz que se intuye o parece estar, allí como un punto de esperanza en la oscuridad más profunda y que es la que habita en el tren que las aleje de ese lugar y sobre todo de ellas mismas. Ana Alvarado consigue del texto poético de Amancay Espíndola una puesta entre surrealista y expresionista1, con su carga de duda y culpa, que envuelve a los personajes, más la sombra onírica que fija el límite entre lo real y lo imaginado, donde se despliegan mundos paralelos que intentan cruzarse con la misma imposibilidad que las líneas paralelas, pero que encuentran en la encrucijada de ese instante, sus coincidencias. Como ella misma afirma: (…) “Ante la hibridación de las artes, la aparición de la tecnología como creadora de sentidos escénicos y la intertextualidad permanente, el rol del dramaturgo/gista ese puente entre texto, representación y público, se complejiza. (…) los directores asumimos esa función en espera del tercero que nos ayude a dar sentido a la pluralidad de imágenes, textos elípticos, recursos tecnológicos en tiempo real, técnicas de presentación casi reality, que pueblan de complejas intenciones nuestro trabajo; (…)” Los relatos parecen primero banales, luego se tiñen cada vez más del tono de una confesión acechada por el externo amenazante y una historia de perros salvajes que son la metáfora de una sociedad que muerde y mata. ¿Quiénes son las dos mujeres? Seres que la vida apuesta a unir para que puedan develarse a sí mismas el dolor que guardan con recelo, o es la misma en dos tiempos distintos que por azar se cruzan, cuando todo ya está perdido para siempre. Nunca lo sabremos, es imposible desarmar este nudo borromeo, como los tres aros enlazados, las dos protagonistas están unidas por una fuerza extraña e invisible, como un “entre dos” ni vivo ni muerto pero que cuya presencia asfixia al espectador. Con profesionalismo ambas actrices en el reducido espacio escénico y con muy pocos elementos van construyen un especio virtual representado que empuja y finalmente se impone a los dos personajes. El espacio se dilata y parece convocar tanto al público como a los “malos espíritus”, mientras el tiempo se contrae y el ritmo escénico se acelera. Alcira (Estela Garelli) por momentos se arrastra y gime como un animal mal herido y temeroso de los buitres que lo acechan o de los fantasmas que persiguen a los pocos que quedan en el pueblo. La tensión y el miedo se expresa a través de su cuerpo, de su mirada y sus gestos. Stella (María Zubiri) es la joven actriz que se ha perdido y conserva cierta inocencia infantil. La música, la iluminación y las imágenes  proyectadas sobre la pared negra contribuyen a crear esa atmósfera de misterio y suspenso, y refuerzan el ambiente claustrofóbico y la imposibilidad de salir para las dos mujeres a campo abierto. Eventos sobrenaturales o de difícil explicación como los perros salvajes, una cueva tenebrosa, la noche de luna llena o el tren que nunca llega parecen no darle tregua ni a los personajes femeninos ni al espectador, a pesar de que el conjuro ya ha sido dicho al invocar un hombre amado.
 







Ojos verdes
de Amancay Espíndola. Elenco: Estela Garelli, María Zubiri. Vestuario: Rosana Barcena. Iluminación: Facundo Estol. Música original: Cecilia Candia. Fotografía: Silvana Lozano. Arte digital: Silvia Maldini. Diseño gráfico: Silvana Lozano. Asistente de dirección: Guadalupe Lanusse. Prensa: Carolina Alfonso. Dirección: Ana Alvarado. Teatro: El extranjero.













Alvarado, Ana, 2008. “La diversidad” en Saverio revista cruel de teatro.año, 1 número 3, octubre.
Maldonado Alemán, Manuel, 2006. El Expresionismo y las vanguardias en la literatura alemana. Madrid, España: Editorial Síntesis.





1
El expresionismo subjetivo trabaja con personajes que están acuciados por los recuerdos y los remordimientos. Seres donde la vida cotidiana, la ciudad, los objetos se transforman en una amenaza, en una angustia permanente que lo lleva a la desesperación y al suicidio. Vida y muerte se confunden en sus valores, y aquello que es evitado en otros personajes, en los expresionistas se carga de una fuerza que no evita la degradación, la violencia, lo obsceno, lo desagradable. En el lenguaje del drama expresionista  (…) “la palabra dramática ya no se usa para la caracterización de peculiaridades individuales ni siquiera sociales, sino para la expresión de la interioridad prototípica de los personajes, para la manifestación de sus ideas e inquietudes. Ello explica que el drama expresionista recurra con frecuencia al monólogo, una forma expresiva capaz de desvelar la intimidad del alma de los sujetos, en comparación, y a veces, en contraposición con sus actos. (Maldonado Alemán, 2006,140)





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