El stand-up es un género estadounidense que comienza a desarrollarse a
mediados del siglo XX; donde un actor frente a su público expone desde el humor
parte de sus experiencias de vida, con grandes rasgos de ironía. No necesita un
marco escenográfico, ni despliegue de vestuario, porque no se apoya en lo
visual sino en el discurso. En el Espacio Cultural de la Plaza, muchos son los
actores dedicados al género, que va desde mediados de los noventa creciendo en
el campo teatral de Buenos Aires, adquiriendo con el tiempo, cada vez más,
nuestras propias características. Con la estructura norteamericana pero con las
adaptaciones a nuestros usos y gestualidad; en un escenario despojado, (un
micrófono y un haz de luz blanca) el anfitrión, Tato Broda, hace su entrada
como una persona común, que sugiere al público que no se intimide por ningún
motivo, ni hasta por el uso del censurado uso del teléfono celular y la cámara
de fotos; elementos prohibidos en cualquier espectáculo teatral; y con discurso
fluido introduce al espectador en el show que va a tratar temas que suelen
preocupar sobre todo a una franja de público, entre 20 y 40 años de la
sociedad, pero que el humor conseguirá que además de una reflexión nos arranque
una franca sonrisa a todos. Con una simple introducción irá presentando a los
actores invitados que van rotando semana a semana. Un género donde la subjetividad
expuesta es el eje fundamental de su desarrollo; como así también, la velocidad
y la precisión son dos requisitos indispensables para que el espectáculo
mantenga el ritmo adecuado de un show pura comicidad, en un espacio relajado
que posibilita el disfrute del espectador; con quien el monologuista busca
desde el doble sentido la empatía. En Terraza Teatro Bar, reducto cultural, el comediante
o aquél que incursiona en este género actúa solo en el íntimo escenario sin representar a ningún personaje, sino únicamente
a su propia cotidianidad. El espectáculo se apoya en la rutina de cada uno de
los cómicos que ellos mismo escriben. Así Tato nos cuenta que no le gusta
llamarse Raúl porque es nombre de tachero y no de joven de 25 años, quien prefería
de niño ver Volver o las novelas de Migré antes que al Pato Donald, mientras
nos presenta a cada uno de los integrantes del grupo. Luego Facu nos comenta
que es un joven de 21 años y quisiera que sus “viejos” fueran como el seguro
del auto (que estén sólo cuando se los necesita) y no como la AFIP (que quiere saber cada
vez más) y que además se está quedando pelado. A continuación el invitado de
esa noche y la última participación está a cargo de Estefi, una joven que vive
en zona norte, en Boulogne, quien tiene un sentimiento contradictorio con su GPS porque marca “zona peligrosa” cuando
ya está en el garaje de su casa y el único peligro cercano es su mamá. Durante
el espectáculo los cuatro protagonistas disfrutaron de hacer stand-up y eso es
lo que produce en el espectador un momento de relax y distensión. El eje
unificador es el humor en las cosas simples, de todos los días, con técnica y creatividad cada uno de los cómicos le puso
su marca personal a El micrófono no se
mancha.
El micrófono no se mancha.
Stand Up a la
gorra. Actores: Tato Broda[1],
Facu Kreser, Estefi Morante, Cómicos invitados. Paseo La Plaza. Terraza Teatro Bar.
[1] Raúl “Tato” Broda: Creativo
publicitario de profesión, ingresó en el mundo del humor de la mano del guionista
Víctor Wolf. Más adelante se perfeccionó en la técnica de stand up con Carlos
Balmaceda, uno de los máximos exponentes del género. Finalmente, ingresó en la
escuela de Marcelo Katz, donde se formó en la técnica de clown. Recorre los
escenarios haciendo stand up comedy desde 2010. http://www.ciudademergente.gob.ar/home11/web/es/biographies/show/v/artist/94.html
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