La puesta se llama Historia y encierra una doble lectura,
por un lado la historia particular, peculiar de su autor, Witold Gombrowicz,
por el otro, el relato de un contexto que el autor narra de manera crítica
sobre la sociedad polaca y el contexto mayor que abarca las dos grandes
guerras. Adrián Blanco y José Paez llevan la intriga hasta la vejez del
escritor, hasta el momento en que este se enfrenta con su pasado y dialoga con
el joven que fue y que aún sigue siendo. La dirección de Blanco resalta además
el grado de ironía, sarcasmo y humor negro que contiene la pieza inconclusa del
autor, y construye una farsa divertida, de buen ritmo, que logra la risa del
espectador, y también la reflexión sobre la crueldad, el despotismo, la
intolerancia, la desigualdad, y sobre aquello que era la preocupación constante
de Gombrowicz, la juventud, y su supuesta inmadurez. ¿Qué es ser maduro en una
sociedad que se pierde a sí misma, sumergida en un sistema que colapsa, y la
hunde en dos guerras, en la desolación y el desamparo? La secuencia de la
disputa por Polonia entre las dos potencias que serán, según las
circunstancias, enemigas o aliadas, es paradigmática para entender el punto de
vista del escritor y del director. Mientras como espectadores nos reímos de la
muy buena parodia de Stalin y Hitler, dividiéndose el mundo, Polonia y los
polacos son cosificados hasta dejarlos en el más absoluto estado de desnudez.
El acierto es que todo sucede simultáneamente, y ambos registros se funden en
uno, cuando todo se resuelve con la muerte. Con un muy buen uso del espacio,
donde coreográficamente los personajes se mueven y construyen las acciones, es
interesante la presencia de un ropero que es a la vez entrada y salida de todos
en diferentes momentos, y donde también se juega la posibilidad del ser y no
ser de cada uno. Wiltod, el joven, y el viejo, atraviesan los tiempos para dar
cuenta de una coherencia de pensamiento, y de una percepción aguda desde la más
temprana edad, cuando todos iban contra él, porque no se sumaba al rebaño. Como
se afirma en el programa de mano:
Gombrowicz comenzó a escribir, Historia, a mediados de los
años 50 durante su residencia en Argentina. Es una obra a la que abandona y
retoma repetidas veces dejando de ella sólo un poderoso boceto inconcluso que
fue rescatado tras su muerte y nunca fue editado en español, ni llevado a la
escena en nuestro país.
Historia es la visión de fragmentos de su vida y sus
cuestionamientos inmadurez versus madurez y la Forma como su gran tema, relatados por los
personajes de su novela familiar (Adrián Blanco).
El personaje
histórico, el personaje de ese personaje, que cuenta desde una memoria
selectiva los momentos de las contradicciones de una sociedad, la polaca, nunca
estará de acuerdo con un sistema que estigmatiza lo diferente, que impide
nuevas maneras de comportamiento, que llama inmadurez a la duda sobre lo común
y naturalizado por todos. Un buen desempeño escénico de parte de los actores,
da carnadura a los continuos flashes – backs, que se suceden, acompañados por
la música y un vestuario que modifica los cuerpos y da cuenta del transcurso de
un tiempo detenido en la memoria del autor, que refuerza la iluminación de
Leandra Rodriguez. Hay un tiempo que es el de los pueblos, historia vívida que
escapa a los acontecimientos que la
Historia registra en su sintetizadora manera de percibir los
hechos. Hay historias individuales que son las que construyen desde el cuerpo
expuesto por los otros, una memoria colectiva que no puede ni debe ser
ignorada. La tragedia de Polonia no es sólo la de los campos de batalla, está
dentro de su propia concepción dicotómica de entender la vida. Como en la
distinción que hace estar o no calzado, y que la dirección resuelve en una
secuencia clarificadora. Como el huevo de la serpiente, son los pobres y
desclasados, los que sin darse cuenta sostienen el poder. Gombrowicz vio ese
proceso con una claridad que lo expuso a la discriminación de sus pares y al
exilio1. La escenografia, funcional, es desplazada
por el espacio escénico y permite a su vez el desplazamiento de los actores en
un buen ritmo sostenido por una actuación farsesca, de explícita teatralidad y
desmesura en lo gestual y corporal.
El campo teatral de
Buenos Aires hace ya un tiempo que ha ido al rescate de la escritura del autor
polaco. Interesa sobre todo su indignada e inconforme manera de mirar el mundo,
su antibelicismo, su contrariedad contra todo lo que suponga una autoridad sin
derecho, su desobediencia debida, y su interpelación a la juventud para que no
sea una realidad sólo cronológica sino una forma siempre nueva de construir la
vida.
Historia de Wiltod Gombrowicz, dramaturgia: José Paez y Adrián Blanco. Elenco: Ramiro Agüero, Manuel Bello, Estefanía D’anna, Hugo Dezillio, Diego Echegoyen, Luis Escaño Manzano, Mario Frías, Yamila Gallione, Cecilia Tognola. Asistencia de dirección: Marina Kryzczuk. Escenografía y vestuario: Liliana Robaina. Diseño de luces: Leandra Rodríguez. Espacio sonoro y canciones: José Paez. Asistente sonoro: Gustavo Luis Sandobal. Músico intérprete: Carlos Ledrag. Producción ejecutiva: Adriana Pizzino. Fotografia: Sol Janik. Diseño grafico: Emiliano Orellano. Dirección: Adrián Blanco. Prensa: Silvina Pizarro. Teatro: Hasta Trilce. Realizadores: Pablo Pinola (escenografía) María Auzmendi (sombreros) Anahí Ferrando (postizos) Stella Maris López \ Alicia Casares (modistas) Asistentes escenograficas: Mariela Barros. Jainen Fernández Ortali. Asistente de vestuario: Daniela Eminione. Dirección: Adrián Blanco
http://www.hastatrilce.com.ar/obras.php?id=84#ficha_tecnica-tab
https://www.facebook.com/HastaTrilce?fref=ts
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1 Cuando hablo de exilio, no me refiero
solamente al que de alguna manera lo expulsó de Polonia para hacerlo
desembarcar en 1939 en el Río de la
Plata, sino del exilio que supone estar siempre remando en un
mar de arena, a contra mano de los conceptos de su época, en cuanto a lo moral,
lo político y lo literario. Gombrowicz siempre eligió el margen, era el espacio
donde se sentía más él mismo, y donde podía mirar y ver. Incluso a su llegada a
la Argentina,
no obtuvo reconocimiento pronto de sus pares pero el se las ingenió para
sobrevivir a esa adversidad sin quejas, y lograr construir un cenáculo pequeño
que fue el que realizó la traducción de Ferdydurke.
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