martes, agosto 20, 2013

Efímero de Mariana de Althaus (Perú)


Mariana de Althaus1 es una joven dramaturga peruana que tiene una muy interesante línea de trabajo desde el estreno de su primera obra,  En el borde  en 1998, en Buenos Aires; que luego repuso en Barcelona, España, en 2002. Parte de la literatura, pero no es una dramaturga de laboratorio, ya que además dirige sus propias obras, y en ese tránsito de una función a otra, hay una línea de creación que le da a cada uno de los elementos que componen su teatro el lugar que le corresponde para que el engranaje resulte perfecto. La puesta que en el Celcit, (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación) dirige Claudia Quiroga2, va al rescate de esos procedimientos en todas las dimensiones que pueden ser apreciadas por un espectador atento. Desde la disposición del público, que hace que haya una dicotomía entre ver desde un lugar u otro, y que lo obliga a elegir, y hacia el final, a desear volver para ver la obra desde una ubicación distinta. Desde allí, Efímero, da cuenta del primer rasgo que el título encierra, el arte escénico es una acto de escasa duración, nunca igual, nunca repetible, y que se ofrece un instante que a veces desearíamos se extendiera para poder captar todos y cada uno de sus acontecimientos. Las doce actrices que están en escena, y que representan cada una a su manera a Lunar, siempre igual en su búsqueda de lo inalcanzable, su gato Efímero, negro o azul, con mechas rojas, huidizo como el amor, el deseo, la piel del otro o el destino; y siempre distinta, ya desde el exterior de un vestuario que iguala e identifica. Porque todo guarda su diferencia en esos personajes que se asemejan tanto con sus pilotos, salvo dos, que guardan una distancia, Lunar de uniforme marrón, Lunar de saco azul, pero que si nos detenemos comprobamos que toda asimetría es posible: zapatos de diferente color, botones como prendedores en el piloto, cordones diferentes, peinados extraños. Contradicción del afuera, para dar cuenta de la que cada una encierra en su persecución que nunca sabremos si es del otro o  por fin de sí misma. La luna y sus caras, el exorcismo de saber o no el futuro, y sin embargo correr tras él con la ilusión de alcanzarlo y modificarlo según nuestro propio deseo. Efímera es también la disposición espacial, que coreográficamente cambia de situaciones y protagonistas, que utiliza los objetos simbólicamente para transformarlos en otros sentidos, y de alguna forma acercarnos a su condición siniestra, como las muñecas desarticuladas en partes que la actriz va acomodando pero no para reunir sus miembros en un cuerpo, sino para dar cuentas de la cantidad de piernas, brazos, cabezas que componen el todo y expresarnos como seres divididos, fragmentados; a pesar de la fantasía de creer que encerramos en nuestro pequeño cuerpo una mujer maravilla dispuesta y capaz de todo. Esa dicotomía se da también en los pares de personajes que centralizan la atención en cada cuadro. Siempre en flagrante contradicción inician y continúan el ritual de búsqueda y desencuentro que la trama propone. La iluminación por momentos tenue o bien con parpadeos o bien recortando a la protagonista de la escena le otorga al espacio escénico un volumen especial. Otro acierto de esta puesta en escena es poner en primer plano la musicalidad del texto dramático a partir de expresividad corporal de cada actriz, en cada tono, en los gestos y en los continuos desplazamientos. Como así también los diferentes sonidos – la utilización del cuerpo como instrumento acústico, la melodía de los distintos instrumentos musicales – de cuerda y de percusión, algunas canciones y las pausas o los silencios que se van imbricando otorgándole al hecho teatral un ritmo sostenido y un espesor propio. Siguiendo a Pavis, si “la música crea por sí sola mundos virtuales, marcos emocionales para el resto de la presentación” en esta obra, en particular, no solo crea la atmósfera necesariamente inestable de lo efímero siendo su principio constructivo sino que,  además, logra la perfecta conjunción con los otros sistemas significantes, en un conjunto actoral cohesionado, donde las actrices despliegan sus cualidades histriónicas con decidida generosidad.








Efímero de Mariana de Althaus (Perú) Elenco: Micaela Arditi, Mariana Arrupe, Agustina Barach, Camila Carreira, Yesiré Carrilo, Verónica Heguy, Sibila Herrera, Flor Lamas (acordeón), Karen Mechoulam, Dulce Azul Ramírez, Lucía Snieg, Ornella Steffazzi. Bombachones, corsetería y costuras: Valeria Rojo By “BRUTA”. Diseño sonoro e instrumentación en vivo: Lucía Snieg (autora e intérprete del tema: “Invencibles e inmortales”) y Ornella Steffazzi. Dispositivo escénico y diseño de iluminación: Fernando Díaz. Fotos: Hernán Soma. Asistencia de Dirección: Lidia Volpe. Diseño gráfico: Yesika Carrillo. Prensa: AYNI Comunicación. Producción ejecutiva: Sandra Posadino. Dirección: Claudia Quiroga. Producción General: www.laschicasdeblanco.com.ar. Teatro CELCIT.












Pavis, Patrice, 1998. Diccionario del Teatro. Barcelona: Paidós: 306-308.







1 Empezó su carrera allá por el 92, como actriz, es Licenciada en Letras, y vive de la escritura, aunque confiesa que no del teatro. Luego de En el borde, dirigió El viaje (2001, coautora), Los charcos sucios de la ciudad (2001), que además protagonizó y la obra apareció publicada en el libro Dramaturgia Peruana II, cuyo editor fue Roberto Ángeles. Le siguieron las obras Princesa Cero (2001, coautora), Tres historias de mar (2003, la estrenó y dirigió en Barcelona, obra participante en el Festival Margaritas), Vino, bate y chocolate (2004), Volar (2004) y La puerta invisible (2005). En 2006, escribió y dirigió la obra Ruido. En el año 2011, presentó las obras de teatro La mujer espada, Entonces Alicia cayó y Criadero, instrucciones para (no) crecer. En 2012, dirigió la obra El lenguaje de las sirenas en el MALI. A fines de año presentó El sistema solar, repuesto el año siguiente durante abril–mayo De Althaus publicará el libro Dramas de familia en 2013, que reúne sus tres últimas obras.

2 Actriz, docente, autora y directora. Egresada de la Escuela Municipal de Arte Dramático. Profesora Nacional de Expresión Corporal, IUNA. Coordinadora grupal egresada del Instituto de la Máscara. Estudió dirección con Lorenzo Quinteros, Ricardo Bartis, Carlos Ianni, Juan Carlos Gené; actuación con Carlos Ianni, Ricardo Bartis, Verónica Oddó, Carlos Palacios, EITALC; comicidad con Eduardo Calvo, Enrique Federman; clown con Enrique Federman, Merche Ochoa (Barcelona), Violeta Naón, Hernán Gené; canto con Verónica Condomí, Flora Yunguerman. Integrante del dúo Las Chicas de Blanco. Docente y directora de los talleres de teatro para adultos mayores del C C Ricardo Rojas (UBA), docente Plan de Capacitación INT, en actuación. Coordinó junto a Eduardo Calvo los talleres de Teatro Cómico en el C.C. Ricardo Rojas (UBA), C.C. San Martín, CELCIT y Humorama: entrenamiento actoral para la comicidad. Dirigió "La Calma", "Memoria de elefante (La confesión)", "Almendras amargas", "Terror y miseria en el primer franquismo" y "La edad de la ciruela", estas tres últimas en el CELCIT. Actualmente actúa su unipersonal "Changas conurbanas", "La edad de la ciruela" y "Alle donne" (producción de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires). Dirigió recientemente "Los tres patitos" en el Programa CELCIT para Teatroxlaidentidad.






1 comentario:

  1. Lo efimero visto desde todos los lados.El punto final del alcance universal de una obra la pone la posibiblida y actualidad e la puesta en escena. Eso es lo que la separa de su autor... su posibilidad de ser recreada en forma diferente en epocas y momentos diferentes. Genial...

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