martes, abril 23, 2013

Mientras cuido de Carmela del Bachín Teatro



“Téngase piedad de la cultura, pero antes que nada, téngase piedad de los hombres.

 La cultura es salvada, cuando los hombres son salvados.”
(B. Brecht)


Un cuerpo en escena narra y se narra a sí mismo; el actor entra y sale de su personaje para dar cuenta de una historia que se presenta atravesada por nuestro pasado y nuestro presente y por la metáfora y la poesía que nos ponga en condición hacia el futuro, futuro representado por Carmela que duerme, sueña o llora, desde su pequeño mundo que cabe en un cochecito, para exigirnos a todos que cuidemos del espacio y el tiempo que le pertenecen, y que necesariamente va a ser el resultado de nuestras acciones de hoy. El actor Manuel Santos Iñurrieta1 lleva adelante con excelencia su monólogo, interpelando a su público, único en esa noche única, utilizando procedimientos que recuerdan a los desarrollados por el actor popular argentino, al personaje narrador brechtiano, a los grandes cómicos del cine mundial. De esa mixtura, surge el mismo, distinto a todos ellos, pero haciendo gala de conocerlos y haber logrado captar lo esencial de una técnica relacionada con la palabra, la gestualidad, y el uso en desequilibrio de un cuerpo / instrumento que emite sonidos que no son sólo audibles cuando salen de su garganta. Cuerpo que establece desde el movimiento, desde las acciones, su propia melodía, que acompaña y resemantiza la fuerza imperiosa de la palabra. Desde una pantalla leemos en espejo, lo que el personaje escribe desde una pequeña máquina, mientras Carmela duerme y el vela su sueño. Monólogo político, de larga tradición en el sistema teatral argentino, dividido en dos partes, donde vemos impresas en la pantalla de fondo, las palabras que forman parte del entramado narrativo, donde nada es dicho al azar. Como nexo entre la primera y segunda parte, el cuento, el cuentito para que Carmela concilie el sueño y sueñe con un futuro de posibilidades: viajar a la luna desde el punto distante de la imaginación. La imaginación no sólo como constructora de relatos tranquilizadores sino como herramienta para producir una realidad, menos densa, menos dolorosa, pero tan real como la que surge del constructo histórico. Animarse a soñar, es animarse a crear otro mundo posible, parece decirle el personaje a Carmela; y el arte tiene la obligación de dejar ese legado a todos. El cuerpo del actor, pantalones rojos, remera rayada, saco negro y bombín, y un maquillaje que destaca la mirada, se mueve, pide, cuenta y reza los principios de una religión propia; una letanía donde todos tenemos uno o dos versos propios. Donde desde alguna de esas palabras como pedradas, sin pensarlo, estamos también. Luces de bombilla, que recortan el espacio y remiten a las luces de los camarines, porque eso es lo que vemos, el momento de seudo descanso del actor donde debe cuidar niños para reunir lo suficiente, y que mientras tanto juega y construye con palabras el discurso emotivo dirigido al espectador y a Carmela. El Bachín teatro es un grupo que ya lleva doce años de trabajo en conjunto desarrollando los procedimientos del teatro épico; como ellos mismos afirmaban en una entrevista con motivo del estreno de La Comedia mecánica:

Lo que nosotros estamos haciendo es intentando desarrollar una línea de teatro épico: el Teatro de Berltod Brecht, algunos de sus lineamientos, fundamentalmente la idea de ir hacia la razón, por encima de la emoción, en todo caso sería la razón que empuja a la emoción. (Loreley Riccardi, 2007)

La razón que hace que trabajen con la creencia en el poder de la palabra como acción, y además que recurran a la teatralidad que aportan otras disciplinas, la clownesca, por ejemplo, para reforzar lo enunciado; de la misma manera que las citas que aparecen en la pantalla de fondo y que aportan una cuota de legitimación y orientan en el punto de vista de la puesta en escena: Borges, Alfonsina Storni, El Che Guevara, Brecht. Sin embargo, en Mientras cuido a Carmela, lo fantástico atraviesa la puesta, en el relato del viaje a la luna, que acompaña una visión en pantalla que recuerda a momentos del cine surrealista. Arte y vida, arte y sociedad que evitan el trabajo en solipsista que a veces seduce al artista en el goce de la experimentación. Con un trabajo cuidado, minucioso sobre la palabra y el cuerpo, la escritura dramática y la escénica de Iñurrieta, pone en acto su necesidad de darle a su labor un sentido que abarque al espectador potencial y a la sociedad toda, a quien va dirigida. Puesta que respeta  al público, cuando apela a su razón y a su imaginación para la construcción palabra a palabra y gesto a gesto del entramado de una historia que nos pertenece a todos.









Mientras cuido a Carmela texto e interpretación: Manuel Santos Iñurrieta. Realización de video y animación: Jerónimo García. Realización Plástica de la luna: Ernesto Pereyra. Música original: Julieta Grinspan. Arreglos y grabación en estudio: Pablo Grinspan. Fotografía: Sabrina Díaz. Vestuario: Irene Scandrolli. Escenografía y luces: El Bachín teatro. Asistencia de Piso: Marina García, Tomás Somoulou, Diego Maroevic. Asistencia técnica: Marcos Peruyero, Jerónimo García. Asistencia de dirección: Julieta Grinspan, Marcos Peruyero. Producción: Carolina Guevara – El Bachín teatro. Comunicación visual- CCC: Claudio Medín – Estudio M. Prensa: Débora Lachter. Dirección: Manuel Santos Iñurrieta – El Bachín teatro. Centro Cultural de la Cooperación: Sala González Tuñón.



https://www.facebook.com/bachin.teatro?fref=ts

https://www.facebook.com/elbachin







Hopkins, Cecilia, 2009. “Manuel Santos Iñurrieta: Crónicas de un comediante” en la sección: Cultura /Espectáculos de Página 12, 26/2.

Riccardi, Loreley, 2007. “Argentina: El Bachín teatro” para Teatroff, 25/4.





1  Manuel Santos Iñurrieta es nacido en Mar del Plata en 1977 y está establecido en Buenos Aires desde hace nueve años, Manuel Santos Iñurrieta formó su grupo El Bachín junto a otros tres actores (Carolina Guevara, Julieta Grispan y Marcos Peruyero) en la búsqueda de un lenguaje común que privilegiara una temática ligada a lo político. Tal vez, la historia de este grupo (que desde hace un año cuenta con sala propia en Parque Patricios) pueda resumirse en sus espectáculos Siberia, obra en la que en 2002 habló acerca del exilio económico de muchos argentinos, Charly, en la que poco después ponía el foco sobre las costumbres del poder, y Lucientes, espectáculo que, partiendo de la obra de Goya y del teatro de Brecht, elaboró un homenaje a los desaparecidos de la última dictadura. En estos días, el grupo acaba de reestrenar Crónicas de un comediante, versión de una obra que Santos Iñurrieta montó en Mar del Plata junto al actor Esteban Padín, que se hizo merecedora de los Premios Estrella de Mar 2007 a Director y Mejor Espectáculo Marplatense. (Hopkins, 26/2, 2009)





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