Un espacio no
convencional, la Sala Machado,
una dramaturgia particular, la textualidad de Ignacio Apolo, una dirección
involucrada en el quehacer teatral, una instancia de presencia donde todos los
sentidos del espectador son puestos a prueba para decodificar una trama
narrativa que se vuelve sobre sí misma en un tiempo espiralado y que produce
una multiplicación de imágenes, parecidas pero no iguales. La visión dispersa
entre los cuerpos de los actores que van y vienen, entran y salen, una imagen
en la televisión que las voces y la gestualidad imitan en una superposición
paródica, en un espacio que parece girar a nuestro alrededor, que nos hace
sentir el movimiento sentados en el semicírculo dispuesto para la ocasión. Una
cuarta pared transgredida, por los olores y los sabores, (un espiral que nos
defienda de un posible ataque de los mosquitos, la ronda de pan y albóndigas
para degustar); mientras los sonidos se funden y superponen, entre los diálogos
que se reiteran y la voz de los que cantan temas que remiten a la infancia de
uno de los personajes, y al recuerdo de una abuela española, autoritaria y
fría. La criminalidad del feminicidio que asola las noticias cotidianas, la
presencia de la enfermedad, conforman una intriga que va colocando sus piezas
poco a poco; para restituir un orden que podría ser otro pero que remite
inevitablemente a una línea de sentido. Como un caleidoscopio, la puesta nos
ofrece un todo fragmentado de diferentes tonalidades que a veces nos provoca la
risa y otras una tensión sin tempo a exorcizar. Propuesta de un teatro que
busca en sí mismo los procedimientos que renueven el discurso y su expresión
enunciativa, como una relación con el espectador que provoque en éste la
necesidad de un compromiso mayor en la construcción final de la obra. Que
asista al ritual del teatro ejerciendo las habilidades que desarrolla para
entender en el mundo de lo concreto, lo real. Búsqueda de un realismo que se
expande desde la escena hasta la percepción ya que busca provocar en el
espectador las sensaciones de multiplicidad que observa en su mundo cotidiano. La
presencia del director en escena aumenta con su intervención la dificultad del
ilusionismo, cumple como función la necesaria marca de teatralidad que se busca
concretar; y por otra parte, la confirmación de que vivimos inmersos en un
mundo multipoblado de voces distintas, que ejercen sobre todos un bombardeo incesante,
provocadores de imágenes que asumen una realidad de carácter ficcional.
Construcción de verdad, o una verdad partida en miles de ojos y voces que la expresan
desde la descomposición; donde los sentidos unívocos se pierden en las líneas
de fuga de un pensamiento oblicuo. Cuatro personajes, cuatro historias que se van
contaminando pero siempre mediadas por la televisión y por las diferentes
lecturas o interpretaciones que cada espectador puede o quiere darle. En esta
multiplicidad de relatos fragmentados lo único cierto es la ubicación espacial
que cada espectador tiene. Una puesta en abismo, pura teatralidad, donde
nuestra mirada queda librada al azar e inevitablemente pasamos a formar parte
de ese universo caótico y, a su vez, coherente. Según Apolo, su creador:
El grupo dispone de la Sala Machado para la
indagación, uso y estreno de su producción. La idea fue potenciar este espacio,
de características atípicas, para aprovechar al máximo sus recursos: indagar en
acciones que borran los límites de la escena y entrelazan el plano de la
ficción con la realidad del público concreto. …El Mal Recibido es una indagación sobre la reiteración y la
"rima" adulterada, el infinito fractal de palabras del océano de lo
inconsciente.[1]
Pero, qué entendemos
por “objeto fractal” partiendo de esta idea de “infinito
fractal” propuesta por su director: “se entiende por ‘fractal’ cualquier cosa [natural o artificial]
cuya forma sea extremadamente irregular, extremadamente interrumpida o
accidentada” (Calabrese, 1997: 136). Este es el eje creativo de la obra, que
más allá de las buenas actuaciones, la propuesta en sí hace del espectador no
solo su cómplice sino también un personaje anónimo que se involucra,
necesariamente, con la indagación del grupo.
El mal recibido dramaturgia Ignacio
Apolo. Actúan: Martina Viglietti, Lucas Barca, Mario Jursza, Alejandro Dufau.
Diseño de vestuario: Claudia Tomsig. Ambientación: Grupo Rosa Mística. Diseño
gráfico original y web: Dolores Blasco. Diseño gráfico temporada 2013: Dupla
comunidad creativa. Violencia escénica: Federico Howard. Fotos: Denis Menache.
Realización de videos: Paula Oxer, Florencia Lindenboim, Lucas Barca, Dolores
Blasco. Asistente de producción: Florencia Lindenboim. Coordinación de
producción: Andrea Hanna. Comunicación: Rosario Lucesole. Prensa: Carolina
Alfonso. Dirección: Ignacio Apolo. Sala Machado.
https://www.facebook.com/apolo.ignacio
Calabrese, Omar,
1997. La era neobarroca. Madrid: Cátedra
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