Luz, movimiento, acción
dramática, así comienza Estado de la
tristeza1, un amplio espacio rodeado de lienzos blancos que resultaran
pantallas, un sofá que reproduce el locus del realismo, el living, una pareja y
su conflictuado amor, un diálogo entrecortado, y risas en off a la manera de la
comedia soap norteamericana; todo parece hacernos ingresar en una temática
conocida, sin embargo, de esa secuencia primaria surge una línea espiralada de
momentos que en ritmo ascendente nos lleva de la violencia individual a través
del baile a la violencia social. Los cuerpos de los actores /bailarines se
ofrecen en una dúctil flexibilidad a los tonos y tempos de la música que es la
que marca los crescendos de un texto que trabaja en la profundidad de lo
emocional y se niega a los lineamientos de la lógica causal. Porque todo se
ofrece a la velocidad y los devenires del video – clip, a la fugacidad del
zapping, a la construcción del arte de lo efímero. En una disposición barroca,
desde el centro del sillón se desplaza las líneas de fuga de los aconteceres, y
las construcciones de las pequeñas narraciones que exigen al espectador una mirada
múltiple, a veces simultánea, nunca alejada de la complejidad de tener los
cinco sentidos prisioneros del desarrollo de la puesta. Una Eva y su manzana,
abren y cierran lo privado y lo social del relato, que no por fragmentado,
termina siendo ocluyente. La seducción da paso al abandono, y la soledad y a la
violencia. La propuesta es una obra pictórica en movimiento, como así la define
el grupo, porque la saturación visual y auditiva en los distintos niveles
produce el clima onírico. Su título y la ficha técnica proyectada son las
paredes, distintas figuras en movimiento – espirales, arabesco, líneas -; la
iluminación y el ritmo frenético requieren que el espectador esté atento a las
distintas situaciones dramáticas simultáneas. Estas imágenes auditivas y visuales
se suceden sin subordinación, imágenes que responden a los registros diferentes.
Pero, ¿cuál es el lugar que tiene el cuerpo del actor-bailarín en este mosaico
sensitivo? Es el lugar del conjuro, de la expresividad más allá de las palabras
y donde cada performer busca la
ruptura del equilibrio, de lo esperado por el espectador, mediante “técnicas
extracotidianas”, técnicas que se basan en la alteración del equilibrio natural.
Cada bailarín-actor captura la atención del espectador mediante una síntesis
dramática, por lo tanto, sería la trama simultánea
de varias acciones en unidad de tiempo que determina la duración del
espectáculo. Así van construyendo una síntesis desde distintos puntos de vista,
esta síntesis puede ser visto por algunos como cierta incoherencia de texto
espectáculo pero, por el contrario, cada sistema significante funciona con un
encastre perfecto con el otro. Estado de
tristeza pone en escena una corporalidad poco usual, que contiene
sentimientos de amor y de odio, de humor y de dolor, de ficción y de realidad.
Corporalidad que adquiere espesor y volumen, que está atravesada por la
violencia, por el miedo a no ser amado y por el temor a la soledad. El relato
no tiene un orden cronológico, sino que cada escena contiene una pequeña historia:
dos hombres y dos mujeres que corren en distintos direcciones o en círculos, que
se besan o se abrazan o se empujan. Así cada bailarín-actor tiene un movimiento
que le es propio, un movimiento
originado desde lo más profundo de su espacio interior y al expresarse hacia el
espacio exterior encuentra puntos de contactos - de movilidad o inmovilidad, de
placer o desplacer. Puntos de contacto con su partenaire de turno como también con cada espectador: lo intangible
de los sentimientos y de las pasiones. Y, es ahí donde el texto espectáculo
encuentra su propia esencia: el conflicto
que va marcando cada movimiento, una forma de actuar y de lograr la
expresividad necesaria para que cada espectador pueda otorgarle un sentido,
sentido siempre abierto y en constante transformación a lo largo de la obra.
Estado de Tristeza de Los
Perros de Pavlov2. Elenco: Ezequiel Bianchi, Elián López, Cecilia
González, Ana Inés García. Vestuario: Flavia Quiroga. Audiovisuales: Ezequiel
Bianchi. Asistente de Dirección: Lilian Zarreth. Puesta en Escena: Ezequiel
Bianchi, Cecilia González. Prensa: Tehagolaprensa. Dirección: Los Perros de
Pavlov. Dirección General: Ezequiel Bianchi, Elián López. Espacio Cultural Pata
de Ganso
[1] Estado de
la tristeza es la primera parte de una heptalogía, donde Los perros de
Pavlov plantean la existencia de siete estados antes de un fin. Por eso, luego
de esta primera entrega, tienen el proyecto de ampliar a otros estados (la
alegría, la desesperación, la ira, la resignación, la negación y el
renacimiento) pero volcándolos en diferentes formatos, desde el teatro y la
danza hasta la serie on line, el cine o la TV.
[1] El
grupo se formó en 2007 y todos sus integrantes son estudiantes del Instituto
Universitario Nacional de Artes (IUNA). "A Los Perros de Pavlov nos mueve
investigar los límites que encontramos en el teatro, y también nuestros propios
límites. Eso vuelve un poco más interesante la búsqueda. Una vez nos
preguntaron por qué no elegimos obras o textos ya hechos para representarlos,
ya que hay tantas obras y buenos autores que nosotros admiramos, y nuestra
respuesta fue que mientras podamos contar lo que nos pasa, lo vamos a hacer.
Mantener un grupo es mantener una identidad, una idea. Mantener una idea es
mantener una estética, y creemos que una estética nos puede llevar al lenguaje
propio", concluye López. Como grupo, Los Perros de Pavlov organizan desde
2011 el denominado CicloMotor, un ciclo destinado a promover e impulsar a los
grupos de teatro. http://www.lanacion.com.ar/1465020-cruce-de-disciplinas-en-una-obra-sobre-la-tristeza
(21/04/2012)
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