Agustín Alezzo
tiene como director teatral en el presente año, 2013, tres obras en cartel: La colección de Harold Pinter, Los justos de Albert Camus y Jettatore de Gregorio de Laferrére. Tres
obras de poéticas diferentes que hablan de la ductilidad de su trabajo y de la
búsqueda de abordar nuevos desafíos. Con la pieza de Laferrére, por primera vez,
dirige una pieza del género vaudeville, con todos los ingredientes propios de
la realidad porteña de principios del siglo veinte. Jettatore, fue para su autor según la leyenda urbana, casi un
divertimento, una apuesta entre sus pares del café, para demostrar y
demostrarse que era capaz de escribir teatro con una textura de mayor calidad a
la que habitualmente se veía en los escenarios. Otra versión, narra que la
pieza fue escrita a pedido por un amigo periodista, que tenía una novia actriz
y que necesitaba un texto donde pudiera tener un buen papel. Laferrére, el
gentleman, el político de comité, el dandy de origen francés, declara
finalmente, aunque sus acciones posteriores desmentirían su afirmación; que él
escribe teatro porque le divierte, que sino fuera así no lo haría. Si creemos
en sus palabras, de todas formas nos vemos obligados a reconocer que a pesar de
presentarlo como un hobby, su escritura
tuvo una impronta exitosa en el teatro de Buenos Aires de la época y a
más de cien años del estreno de ésta su primera obra, la que hoy vemos en la
sala Maria Guerrero del Teatro Nacional Cervantes. Su crítica al teatro
revisteril, y al comportamiento en escena de las coristas, desde la voz de uno
de sus personajes, develan su interés por la renovación del teatro, como
también las acciones dejan entrever una velada crítica social que el texto
plantea desde el humor irónico. Estas situaciones se reiterarán en lo sucesivo
en su dramaturgia, con mayor desfachatez en Locos
de verano (1906); con un aura dramática en Las de Barranco (1908) y Bajo la Garra (1911). En ellas, se expande su dura
mirada, más allá de la anécdota del “titeo” en el que giran todos los
personajes de Jettatore1. Con una inteligente y eficaz
dirección y actuaciones sobresalientes, nos reímos hoy como ayer, de las
pretensiones ridículas de Don Lucas, de “creérsela” al vanagloriarse de la
fuerza de sus fluidos y del ingenio de Carlos para sacarse de encima al
candidato de la familia para su prima y enamorada, Lucía. Es un verdadero
acierto para el desarrollo del género, la escenografía de Marta Albertinazzi compuesta
por grandes paneles que sustituyen a las clásicas puertas del vodevil y
permiten la entrada y la salida de los personajes, así como facilitan la
escucha irrespetuosa. El vestuario de época, diseñado por Graciela Galán
acompaña nuestro viaje a ese comienzo de siglo, alterado por la llegada de la
inmigración y los nuevos ricos necesitados de escalar una posición social con
un matrimonio “conveniente”. Mario Alarcón está insuperable en la composición
de su Jettatore, y el resto lo acompaña con soltura, pregnancia y justeza,
cualidades que evitan que en las casi dos horas que dura el espectáculo, el
espectador pierda la hilaridad del relato. El público aplaude ante la caída del
telón al final de cada acto, como en los viejos tiempos y lo hace de pie cuando
todo acaba y agradece el placer de la representación. Trabajando sus criaturas
desde la exterioridad, Alezzo logra que los personajes transiten el límite del ridículo,
pero sin caer en el recurso fácil. Hacia el final, el juego coreográfico, le
impone el ritmo de comparsa, de paso ligero, que la obra tiene, reforzando la
muy buena utilización del espacio durante toda la puesta y evitando la rigidez en
las acciones; así le da a la palabra el peso específico que el género requiere.
Gestualidad, tratamiento del cuerpo, el uso de los apartes que introducen la
complicidad con el público, los diálogos llenos de humor de la escritura, la
música de Mirko Mescia y un preciso juego de luces a cargo de Chango Monti, estallan
en el escenario por la conjunción de la dirección y de la actuación. Todos los
detalles son cuidados para provocar que el espectador asista a una fiesta que
se celebra arriba y abajo del escenario.
Jettatore de Gregorio de Laferrére.
Elenco: Hernán Muñoz, Malena Figó, Lidia Catalano, Ángela Ragno, Mario Alarcón,
Magalí Meliá, Miguel Moyano, Francisco Prim, Aldo Barbero, Claudio Da Passano, Néstor
Ducó, María Figueras, Federico Tombetti. Producción: TNC. Fotografía: Gustavo
Gorrini. Diseño gráfico: Lucio Bazzalo. Asistencia de dirección: Ana Calvo.
Música original: Mirko Mescia. Diseño de iluminación: Chango Monti. Diseño de
vestuario: Graciela Galán. Diseño de escenografía: Marta Albertinazzi.
Dirección Musical: Mirko Mescia. Dirección: Agustín Alezzo. Sala María Guerrero
del Teatro Nacional Cervantes.
1 Titeo práctica común de las clases
acomodadas de principio de siglo que consistía en “tomar de punto” a alguien,
que casi siempre pertenecía a una clase inferior, para convencerlo con la
complicidad de muchos, “los que estaban en la cosa” de que era acreedor de
algún mal o desgracia. Laferrére se vale de este “entretenimiento de clase” y
lo convierte en materia y procedimiento de sus comedias. Del mismo modo, con
otra funcionalidad, podemos ver el mismo recurso en Saverio el Cruel de Roberto Arlt; cuando Susana típica tilinga de
clase alta de la época fingiendo locura le gasta junto a sus primos una broma
cruel a Saverio, el mantequero. Todo termina en tragedia porque finalmente la
intriga nos devela que Susana estaba realmente loca.
Buenos días, mi nombre es Carolina Páramo, documentalista gráfica de Ediciones Santillana. Necesitamos publicar dos fotos sobre la obra Jettatore. Podrían por favor asesorarme sobre el uso de las mismas? Muchas gracias.
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