Susana Llahí
En un espacio que inspira creatividad, “El Desguace”, mientras en una de las salas ensayan tres actores, conversamos con Daniel Kersner sobre su última puesta. Este autor se formó en actuación y dirección con Néstor Raimondi y colaboró en “El Vitral” mientras presentaba en teatros barriales a los grupos dirigidos por él. Luego de un período en que sólo se dedicó a escribir teatro, en el 2002 organizó el grupo “El Desguace” con quien llevó a escena cinco piezas: IKA, Industrias Kaiser Argentina. Adoptar mariposas (tres historias). La llanura, para qué querés escorpiones, esta última presentada en “El Desguace” en el 2009 y Vacaciones, un choque de barcos. Con relación a la puesta que nos ocupa, Kersner comenta que planteado el tema, comenzaron con improvisaciones que estuvieron a cargo de dos grupos, cada uno de los cuales tenía un coordinador. Con el producto de ese extenso trabajo concretó el texto final.
Siguiendo el modelo de la textualidad discepoliana, Babel Boedo Babilonia, se presenta con las características del sainete tragicómico, predominantemente inmoral, variante que antecede al grotesco criollo. Este tipo de sainete pone en tela de juicio la convivencia de la clase proletaria y fundamentalmente, en esta pieza, la aceptación del diferente, llámese inmigrante u homosexual. A diferencia del sainete de la primera versión, cuyo modelo es El conventillo de la Paloma (1929) de Alberto Vacarezza, desaparece el patio feliz para dar lugar al patio del hotel donde también se observa el cruce de inmigrantes pero en el que se acentúa la inestabilidad de quienes lo transitan. La puesta concreta la parodia al costumbrismo, describe e intensifica las características de cada personaje llevadas a la caricaturización propia de la teatralidad del género. Los personajes se agrupan en negativos y positivos. Entre los primeros, la dueña de la pensión y su hijo Brian son absolutamente irracionales y no tienen conciencia del daño que causan con sus actos: explotar comercialmente como hotel lo que en realidad es una “casa tomada” y el vivir de la mentira y del robo para enriquecerse a cualquier precio. Wilson, el uruguayo (nacionalidad que siempre queda en duda), capaz de aliarse con Brian para los fines más siniestros y Claudia, la prostituta novia de Brian, cuya nobleza finalmente aflora para evitar el crimen. El resto de los personajes son víctimas de la situación y de la soledad, tal es el caso de la paraguaya Ailín quien sueña con ser modelo, de la china Liz Mul que añora tanto a su familia, de las peruanas Rosalía y Concepción tan necesitadas de una pareja que las ame, de Elena, la rusa que arrastra los horrores de la guerra. Como víctimas de la clandestinidad inmigratoria que los deja a merced de quienes lucran con esa situación de irregularidad, vemos a la familia boliviana que sale de su encierro en el sótano porque Elena los libera por torpeza. Como víctimas por ser diferentes, aparecen Belisario, cuya retórica e indefinición sexual lo hacen motivo de burla continua y Carolina, la travesti que no consigue quien quiera escuchar su angustia por no ser una mujer completa. Y aún el norteamericano con dinero no escapa de la deshonestidad de los dueños del hotel, quizás comprar el hotel sea su venganza o (metafóricamente) la venganza del “gran país del norte” al que siempre estuvimos supeditados. Finalmente, este sainete se aparta de su poética. Cuando la mentira se descubre, no hay pérdida total para los personajes tramposos: Brian y su madre. La policía los perdona y retorna el final feliz y los cantables de la primera versión: sainete como “pura fiesta”. El desenlace nos hace pensar en que el sainete siempre sirvió, de distinta manera según el modelo, para abrazar lo político e ideológico. Este final parecería indicar la impunidad de que gozan en la actualidad, al igual que lo señalaba en su momento el autor de Cambalache, quienes comercian con la buena fe y la necesidad de la gente.
En cuanto al discurso, hay una marca muy fuerte del referente, vocablos y giros son fáciles de identificar por el espectador y los tonos, que por supuesto tienen su correlato en cada nacionalidad, forman un todo que define “al otro”, al extranjero, que ya no constituye una urgencia en un país que necesitaba ser poblado como se planteaba a comienzos de siglo XX sino que viene a competir en el quebrantado mercado laboral produciendo fuertes brotes de xenofobia. Predomina la función expresiva y emotiva del lenguaje, se utiliza el chiste rápido, a veces fuertemente escatológico. El discurso busca divertir pero también conmover. Se produce una complementación muy importante entre gestualidad, trabajo corporal y parlamentos.
Con relación a los procedimientos de la intriga, la secuencia se organiza desde el realismo. Los títeres producen un distanciamiento que colabora para la reflexión al igual que la escena donde se da la alternancia de soliloquios: Ailín – Liz Mul, visualmente muy bella. Emilse Karl, en su personaje de Rosalía, logra una composición donde la actitud corporal y las inflexiones de voz alcanzan un nivel de auténtica excelencia.
Iluminación y vestuario se adecuan a las necesidades de la puesta. Un espectáculo de muy buena calidad, magnífica propuesta para pensar y reír. Además, merecería alternar en los espectáculos que se brindan para enseñanza media, con El conventillo de la Paloma que cada año se pone en salas de la Ciudad y Provincia de Buenos Aires integrando el plan de estudios.
Babel-Boedo-Babilonia de Daniel Kersner. Teatro: “El Desguace”. México y Colombres. T.E. 3966-8740. Elenco: Paula Lagos. Gabriel Insaurralde. Luciana Wainer. Sabrina Tomasín. Facundo Bein. Macarena González. Alicia Inés Ricagni. Gustavo Javier Castro. Valeria Gaeta. Rubén González. Alberto Raúl Nores. Emilce Karl. Alejandro Basques. Juan Manuel Soto. Juliana Gerin. Carolina Cháves. Escenografía: Laura Cardoso. Iluminación: Paula Fraga. Vestuario: Guillermina Paz. Grupos de improvisación: María Eugenia López y Sebastián Raffa. Fotos y diapositivas: Ximena Roux. Fotos programa: Mariano Sanda. Diseño de programa: Natalia Castillo. Títeres: Liliana Barbieri. Banda sonora: Lautaro González. Estudio de grabación: AEDEA. Asesoramiento técnico: Daniel Grilli. Dirección general: Daniel Kersner. Prensa: Silvina Pizarro.
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