La
Compañía
que dirige Héctor Presa1, La Galera Encantada, tiene una
larga trayectoria en el teatro cuyo destinatario es el niño y también para un
espectador adulto. En esta ocasión un público cuyo target podría ser desde el
adolescente en adelante, presenció en el escenario diferente del Museo Larreta2 una puesta de versión propia, incursionando
en un género, el musical, donde Presa tiene un extenso trabajo realizado en sus
puestas de teatro infantil. Un escenario levantado para el acontecimiento en el
medio de los jardines del museo le daba al espectáculo un plus diferente
permitiendo que ya desde la llegada uno pudiera desplazarse temporalmente de la
cotidianidad y asumir un tiempo otro, aquel donde se desarrollaron las acciones de la tragedia de los amantes de
Verona. Para un público que conocía la historia Presa respeto las secuencias
pero hizo un recorte sustantivo en el texto dramático que sustituyo por
canciones muy conocidas y contemporáneas a nuestra historia común. Temas de Litto
Nebbia, Charly García, el Indio Solari, Fito Paéz, Joan Manuel Serrat,
Benedetti – Favero y Silvio Rodríguez eran el relato cantado que unía el
proceso de la intriga, y permitía crear un clima, por momentos de una tensión
que no daba cuenta de los cambios de emociones que las acciones suscitaban. Sin
embargo, las actuaciones lograban a través del uso de máscaras, dar el
equilibrio necesario entre la palabra y la acción, ya fuera musicalizada o no.
No es la primera vez que la compañía aborda obras clásicas para sus
espectáculos y una textualidad dramática del dramaturgo inglés, en otra
oportunidad su director hizo para jóvenes y adultos su versión de la comedia Mucho ruido y pocas nueces (1598), que
se presentó como Mucho tango / rock y
pocas nueces (2012) en el mismo espacio del Larreta. Al revés del teatro isabelino3,
algunos de los personajes masculinos fueron encarnados por actrices, que
lograron componer e identificar con sus posturas corporales y su voz a cada uno
de ellos; la puesta conserva sin embargo la austeridad en la escenografía y el
uso de la música que era utilizada por el teatro inglés de ese período y la
atemporalidad del vestuario que sólo indicaba condición social y no época; por
otra parte, mantiene la ruptura de la cuarta pared, al dirigirse el personaje
al espectador en más de una ocasión, y al ingresar a la platea Romeo y Julieta.
El predominio del color negro en el espacio lúdico y en el vestuario de los distintos
personajes que encarnan con ductilidad Buscaglia, Santibáñez y Bermúdez no sólo
los unifica sino, que además, parece tener su prolongación en la calida noche
en los jardines de Museo. Mientras, los cinco largos lienzos blancos que penden
del techo adquieren movimiento propio, pues a medida que avanza la acción
dramática estos paños van creando los distintos ambientes donde transcurre la
historia. De manera muy sutil los mismos actores van superponiendo, cruzando o
aislando o, simplemente, dejando suspendidos las suaves telas; por ejemplo,
jugando con inocente seducción en la escena del balcón entre Julieta y Romeo, o
bien marcando la tensión cuando la tragedia se ha consumado. Para este amor
trágico desde su nacimiento, pues están obligados a ocultarse, los paños son un
acierto, por un lado, le imprimen atemporalidad a la puesta en escena y, por
otro, algo de ensoñación y de ocultamiento, algo que nos es vedado también a través
de las máscaras: la magia ritual del teatro.
Romeo y Julieta,
versión libre y musical de Héctor Presa de la tragedia de William Shakespeare.
Elenco: Julián Pucheta (Romeo), Guillermina Calicchio (Julieta), Mónica
Buscaglia (Fraile, Benvolio, París), Mónica Santibáñez (Ama, Tybaldo,
Sirviente), Osvaldo Bermúdez, (Capuleto, Mercurio, Príncipe) Coreografía: Mecha
Fernández. Vestuario: Lali Lastra. Banda sonora: Diego Lozano. Máscaras: Lelia
Bamondi. Diseño de peleas y entrenamiento: Osvaldo Bermúdez. Diseño espacial:
Héctor Presa. Asistentes técnicos: Martín Sampallo, Luis María Bruñera y Juan
Orsini. Asistente de dirección: Ramiro Bianchi. Dirección: Héctor Presa.
Prensa: Varas y Otero. Espacio: Museo Larreta.
Perinelli, Roberto, 2011. Apuntes sobre la historia del Teatro Occidental, tomo 2. Buenos Aires: Instituto Nacional del Teatro.
Hemeroteca
Friera, Silvina, 2003. “Aprender de los niños. La historia de la Galera Encantada” en Página 12, Buenos Aires, 5 de abril.
1 La
Galera Encantada
es una historia que empezó con un joven artista itinerante
que daba funciones en clubes barriales y hospitales en plena dictadura militar.
Él y sus compinches improvisaban canciones y pequeños montajes de modo amateur.
Pero las buenas intenciones de Héctor Presa, entretener a los chicos,
dibujarles una sonrisa, chocaban con realidades más crueles. Las risas no
tenían poder contra la desnutrición, por ejemplo. Así se lo hizo saber, sin
medias tintas, la pedagoga Dora Sterman, al final de una función en la
asociación S.A.B.E.R., en Villa Urquiza. Cuando por fin decidió que lo suyo
fuese el teatro, Presa le propuso a Sterman formar un grupo dedicado en serio
al público infantil, La Galera Encantada,
que integrara a artistas de la plástica, la música, la actuación y la
pedagogía, con la premisa de aprender para transmitir. En 1978, en el Teatro de
la Cortada,
sobre la calle Venezuela (el mismo lugar en el que funcionó más tarde el mítico
Parakultural), presentaron Musicando, primera obra de la agrupación. Desde
entonces, mantuvieron una continuidad asombrosa, con más de setenta piezas
estrenadas. (Silvia Friera).
2 El Museo de Arte Español Enrique Larreta se encuentra en el Barrio de
Belgrano, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. La casa, de arquitectura neocolonial
fue la residencia del escritor argentino Enrique Larreta, cultor de la
literatura y el arte español. El museo posee una colección de obras que abarcan
desde el medioevo hasta principios del siglo XX y un jardín de estilo andaluz
que cuenta con un ejemplar de ginkgo biloba y una centenaria glicina. También
se dictan en el museo cursos, conferencias y seminarios. En 1961, al fallecer
Larreta, sus hijos vendieron la casa a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, con
la finalidad de dedicarla como museo, y donaron la colección de obras de arte y
mobiliario. En octubre del año siguiente el Museo abrió oficialmente sus
puertas, contando entonces con una mayoría de objetos de entre los siglos XV y
XVIII que pertenecían al escritor, más otros adquiridos nuevos o recibidos como
donación. (Wikipedia)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario