sábado, abril 14, 2012

Yocasta Versión libre de Héctor Levy-Daniel de Edipo Rey de Sófocles




Un atrayente espacio escénico, despojado de todo elemento superfluo recibe al espectador, sus tonalidades van a jugar en contraste luego con el vestuario de los personajes, donde se destaca la figura de la mujer, Yocasta. Imagen detenida que va a ponerse en movimiento a través de la palabra que Héctor Levy autor y director, quien pone en juego una intriga de tema conocido pero expuesto desde un punto de vista otro. Yocasta desde una esquina de esa sala de palacio narra, y se convierte dentro de la función de la tragedia en el coro que explica al pueblo, todos nosotros, el devenir de los acontecimientos. Ese personaje que sólo es mencionado y construido por los otros en Sófocles es en la puesta de Levy quien establece la relación entre el espacio de lo privado y lo público. El autor transita la tragedia desde el entre/ellos, en el campo de lo íntimo y narra los acontecimientos no en el ágora de la plaza pública, donde se resuelven las cuestiones de Estado, sino en los interiores de palacio, y de esta manera convierte a la tragedia en drama. A diferencia del dramaturgo griego hace pasar el punto de vista por el ojo de la mujer, que aparece así como víctima de las fuerzas de un destino que nunca se sabrá en cuál medida es marcado por los dioses o por los hombres y su interpretación. Mientras Edipo teme al oráculo, pero sobre todo a perder su tiempo de poder siendo quien es, el marido de Yocasta, ya que ha abandonado su natural legado del trono al huir de Corintio. Yocasta teme a esa verdad develada, que la llevará a perder su hogar, su marido/hijo, sus hijos/nietos, su tranquilidad puesta al cuidado del fuego del lar. Se suicida ¿por el temor del incesto cometido, o por el dolor y la locura que le produce perder su amor?; Edipo, causa y consecuencia del conflicto, no acaba con su vida, se quita los ojos ¿para no ver su delito, o para no asistir y negar la fuerza de su caída, la calidad de su pérdida? Y Layo pieza fundamental en esa tensión, decide neutralizar el oráculo, a pesar de creer en su infalibilidad, ya que sino fuera así, no ordenaría la muerte de su propio hijo, para evitar ser destronado por él, o porque no acepta más autoridad que la suya.  El poder y sus límites, o la carencia de ellos cuando se ve amenazado, que lleva a los hombres que lo detentan a olvidar las leyes naturales, y a crear otras que preservan no la paz de todos, sino esa misma autoridad contrariada. Ese poder, ese ámbito público, pero visto desde su reverso, desde el ámbito privado, es lo que ponen en escena los cincos actores con profesionalismo. La iluminación recorta el espacio lúdico y va construyendo la intimidad de Yocasta y Edipo según lo requiera la acción dramática. El espacio escénico con el mínimo de elementos nos sitúa en un tiempo ancestral: baldosones, pequeños asientos en semicírculo y la fuente de agua en el centro. No es menor la importancia del agua como símbolo de creación, como elemento vital y de continuo movimiento, pero también como símbolo de destrucción. Diferentes tonos de grises para el vestuario y la escenografía, con algún detalle en rojo; si el gris puede simbolizar neutralidad, a medio camino entre el blanco y el negro, podríamos pensar esos grises como la fusión entre la vida y la muerte. Los actores le dan a esta tragedia una textura diferente, no arcaica sino actual, detalle remarcado por el vestuario de los personajes masculinos, mientras que Yocasta emerge de ese tiempo mítico. La naturaleza emotiva de Yocasta, el desdoblamiento del personaje de Tiresias y del viejo pastor, la energía de Edipo, y de Creonte, van generando un ritmo propio, dinámico y atrapante, que envuelve a toda la sala y del cual es difícil sustraerse, más allá que en general conocemos el trágico final del mito de Edipo. Quizá sea pertinente citar a Bauza:

La turbación que aqueja al mundo contemporáneo parece fundarse en el bouleversement “confusión” del lenguaje, dado que se advierte un trastorno que escinde la relación palabra-realidad […], y esta turbación ocurre, paradójicamente, en un momento en que los medios de comunicación florecen por doquier […]: ante este estado de cosas, el mito y el rito se presentan como dos vías posibles para encantar al mundo y humanizar la existencia (2005:238)

Porque revisitar un mito no es tarea sencilla, si bien no es un discurso cerrado sino que es un discurso polisémico que permite un proceso de resemantización constante, la propuesta estética de Levy-Daniel transita por este camino de una manera original.
 





Yocasta versión libre de Héctor Levy-Daniel. Elenco: Jessica Schultz, Pablo Razuk, Carlos Kaspar, Abián Vainstein y  Juan Carrasco. Escenografía y Vestuario: Cecilia Zuvialde. Diseño de Iluminación: Ricardo Sica. Música Original: Sergio Vainikoff. Diseño Gráfico: Marcelo Farias. Fotografía: Marcela Gabbiani. Asistente de Dirección: Florencia Méngoli. Prensa: Tehagolaprensa: Dirección: Héctor Levy-Daniel. Teatro La Mueca.

















Bauzá, Hugo Francisco, 2005. “El mito en nuestro tiempo: entre modernidad y posmodernidad” en Qué es un mito. Una aproximación a la mitología clásica. Buenos Aires: Fondo de Cultura: 233-242.





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