miércoles, agosto 11, 2010

El ex alumno (1979/2010) de Carlos Somigliana

Hace mucho tiempo, todo era posible…


Exclusivo para Luna Teatral María de los Ángeles Sanz

La sala, el teatro del Pueblo, el lugar mítico donde la Somi1 repone una pieza que desde la referencialidad y la crítica a la sociedad y a una de sus instituciones sagradas expone a sus personajes a una realidad lacerante que ni siquiera la memoria selectiva logra mitigar. Un viejo profesor recibe la visita de un ex alumno del Nacional Buenos Aires, al que no ve hace treinta años. La pregunta es porque Horacio Caletti, el alumno, necesita luego de tanto tiempo, reencontrarse con García Chávez el profesor, o si lo que busca en esa visita insólita y desesperada es encontrar una respuesta a su vida, que no es lo que esperaba. Con una escenografía simbólica: una mesa, que sirve tanto para comer como escritorio de lectura, una biblioteca, sillas, un viejo perchero, y libros como los objetos preciados y despreciados por una sociedad, el profesor –José María López-, y el ex alumno –Fernando Armani- mantienen un duelo verbal donde los recuerdos se mezclan con la sensibilidad de un presente desteñido, empequeñecido tanto para uno como para otro. Tres generaciones giran en torno a la intriga, que marcan tres momentos cruciales para la historia del país, la que produjo para bien o para mal la generación de los setenta, aquella que atravesó la noche larga de un relato inacabado, y la siguiente que aparece en la textualidad de Somigliana, desesperanzada, cínica en su dolor de heredar la derrota de unos y de otros. El personaje de Laura – Milagros Almeida- , la hija o no del profesor, que carga con la duda sobre su identidad, cuestionadora, crítica y a la vez desorientada sobre su futuro, es el punto de inflexión entre dos generaciones, junto a Mario – Martín Leis- el hijo del comisario que pone el peso de su valor en el manejo de las armas, y en la violencia protegida por su pertenencia a un estrato del poder. En una primera lectura, Somigliana tiene entonces, una visión pesimista sobre el destino de un país con un pasado duro, donde nadie quiere hacerse cargo de la responsabilidad de los hechos, y un futuro en manos de jóvenes que sin esperanza heredan un mundo de conflictos; sin embargo, un hilo de posibilidad se deja traslucir en la frase del ex – alumno cuando afirma: “que es mejor un mal poema que una hoja en blanco”, apostando de esta manera a no bajar los brazos a pesar de todo, y por la reflexión de Laura que también le sugiere Horacio, que si quiere puede irse y comenzar de nuevo en otra parte. Carlos Somigliana escribe el texto en 1978, y el tiempo transcurrido desde entonces nos hace aún más punzante la diferencia entre la visión de mundo de los personajes; el contexto del enunciado fue un año de terribles significados y profundas contradicciones, entre la algarabía de un mundial ganado y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, entre el “los argentinos somos derechos y humanos” y las denuncias a los organismos que intentaban defender la vida de miles de argentinos. El ser y el parecer de una sociedad que se negaba a sí misma cuando no quería o no podía ver más allá de lo próximo inmediato; que se aferraba a viejos saberes para ignorar la realidad. En el presente ese pasado no resuelto encuentra en el relato simple de la historia con minúscula2, una imagen de la negación, el desentendimiento y la falta de comprensión entre generaciones que por analogía podemos ver como el principio de una ceguera general. Las muy buenas actuaciones logran en el público algunas risas, y la atención necesaria cuando la intriga llega al desenmascaramiento de los personajes. José María López compone con acierto un profesor decadente que recuerda frases en latín pero ignora quien es su hija, cuales son las verdaderas intenciones de su visitante, y no advierte las claras señales del deterioro de su propia vida; Fernando Armani, hace creíble los estados por los que pasa al llegar a la casa del viejo profesor, desde la sorpresa de no ser reconocido hasta la farsa de seducción de Laura, y la tensión en que lo envuelve la violencia de Mario; la generación siguiente Milagros Almeida y Martín Leis, juegan con soltura el papel de juventud desencantada y sin futuro real que el relato propone y todos logran un cuadro donde el punto de vista del autor queda expuesto con toda su crudeza: hubo un mundo donde todo parecía posible, confiable, ordenado, un mundo reglado por una educación sin visión de contexto, que luego se derrumbó de la peor manera posible, por la violencia y la debacle económica, dejando un vacío de posibilidades que aún hoy cuesta remontar.


Luis Sáez


Ficha Técnica: El ex alumno de Carlos Somigliana.
Elenco: José María López, Fernando Armani, Milagros Almeida, Martín Leis.
Diseño y realización de escenografía y vestuario: Paola Girimonti. Diseño de luces: Pablo Quiroga.
Musicalización: Pablo Sotelo.
Adaptación y Dirección General: Luis Sáez. 






1 El Grupo de Trabajo, fue fundado en 1976 y disuelto en 1979, se conformó con grandes figuras, tales como Carlos Gorostiza, Roberto Cossa, Carlos Somigliana, Héctor Gómez y Leandro Ragucci. Plantearon la idea de hacer una temporada de teatro argentino y comenzaron con El pan de la locura (1958) escrita por Carlos Gorostiza y dirigida por Alberto Aure. Después Gorostiza se empecinó en llevar La Nona (1977) de Roberto Cossa al teatro y fue en 1978 cuando estrenaron Los hermanos queridos, también de Gorostiza. El ex alumno (1979) de Somigliana, No hay que llorar (1979) de Cossa, Requiem para un viernes a la noche (1964) de Rozenmacher y Un trabajo fabuloso (...) de Ricardo Halac, fueron otras de las piezas representadas por esos años. Junto a actores y directores como Inda Ledesma, Carlos Carella, José María Gutiérrez, Luis Brandoni, Santa Ana y Ulises Dumont. El Grupo de Trabajo quedó como la última experiencia grupal fructífera y trascendente en tiempos de la dictadura, tras el cierre en 1976 del Teatro del Pueblo, luego de la muerte de su fundador, Leónidas Barletta; el espacio reabrirá sus puertas en 1987 gracias a un grupo de teatristas de larga trayectoria en el teatro independiente que lo denominó con el nombre de Teatro de la Campana. Casi diez años después, el 19 de agosto de 1996 el Teatro del Pueblo retoma su nombre origina mediante un convenio suscripto entre el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la Fundación SOMI, en homenaje a uno de sus integrantes; Carlos Somigliana.
2 Carlos Somigliana en otras de sus piezas dramáticas trabajó con la Historia Argentina, la personalidad de Lavalle, en Historia de una estatua (1983); pero su tratamiento no es desde la seudo objetividad documental, sino su propuesta trasluce los momentos claves de nuestra vida colectiva a través de la subjetividad de sus personajes.

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