Azucena Ester Joffe, María de los Ángeles Sanz
El espacio El Cubo fue el lugar de exposición de una puesta interesante y divertida que sin embargo puede ser leída más allá del humor a la hora de pensar en sus autores y en la brillante actuación de sus intérpretes. ¿Quién fue Boris Vian, y que representó en la Francia de posguerra su creatividad contestataria, irreverente, contra toda institución consagrada y contra toda mirada de resoplo tranquilizador, en una sociedad que luego de su liberación quería sólo olvidar y vivir la vida? Como un aguijón empedernido el autor valiéndose de todos los recursos que el género le permitía buscaba provocar y sacar del sopor a un espectador que tal vez sólo quería reír sin pensar y menos recordar un pasado demasiado doloroso. Volver a un texto como éste, es en los escenarios españoles y en los nuestros, no sólo la búsqueda del placer de una buena puesta, sino la oportunidad de revisar valores que por tan enunciados repetimos carentes de todo sentido. Lo que Vian denuncia con desparpajo son las dos caras de una misma moneda, la crueldad del amor, el lado oscuro de las relaciones humanas, aquello que el barniz de la cultura y sociabilidad intenta no ver. Los miedos, y lo azaroso de las acciones del individuo, que debe como los actores cada noche sin poder preverlo todo, salir a enfrentarse al público, es decir a lo otro, a lo desconocido. Para ello utiliza la estructura que le permite salir y entrar de lo marcado, improvisar, utilizar un lenguaje escatológico, dibujar personajes desde el cuerpo, para ello utiliza el género ínfimo del cabaret, para que las palabras y la solidez del texto no se coman aquello que la ligereza y el placer dejan tan evidente desde lo grotesco. El director Alberto Castrillo-Ferrer, ausente con aviso, presente en una carta leída como prólogo, y su compañía El Gato Negro3 tienen ya una extensa y exitosa trayectoria donde se destaca la puesta El Misántropo e Ildebrando Biribó, el último Cyrano; y llevan adelante con su trabajo una recreación vívida del cabaret de la década del cuarenta, con la frescura de la actualidad que se cuela en la rapidez del proceso de improvisación. Respetando su estructura de cuadros o sketches, los actores, Carmen Barrantes y Jorge Usón, se producen para un desfile de personajes desopilantes, que sin embargo, acusan con ingenio, verdades como dardos que van desafiando al público. Estos dardos están vehiculizados en los diálogos y, en especial, en los breves monólogos lanzados directamente al espectador, desde el “ustedes serán capaces de darle sentido a este quilombo” hasta el doble final. Primero, el final inesperado para el público y en el cual sus personajes levantan una banderita blanca, y, luego, el final feliz del encuentro y del amor que todos esperamos. La propuesta de Cabaré de Caricias y Puntapié es un viaje sin regreso que se propone estar en “el límite entre lo permitido y lo prohibido”, en el sentido de que podremos reírnos de nosotros mismo. Las maletas a un costado del escenario del cabaré con su marquesina y sus paneles a modo de Alicia en el país de las Maravillas, dentro del espacio ficcional en el que ambos actores de desplazan con dinamismo. Viaje que nos traslada a Francia en la década del 40, y no por casualidad ya que fue Paris la cuna de este género a fines del XIX. A través breves situaciones de danza, de pantomima, de canto, de parodia o de bufonada, Carmen y Jorge crean un mundo de pura ficcionalidad, pura teatralidad. Los continuos cambios de vestuario o de accesorios, la permanente metamorfosis de sus personajes, la gestualidad y los movimientos corporales, y la incuestionable ductilidad de los dos actores, le imprimen al hecho espectáculo un ritmo global que el otorga el sentido esperado por el público. La obra no sólo es un homenaje al cabaré, sino también es una propuesta diferente donde confluyen lo cómico y lo popular, lo poético y lo “políticamente incorrecto” para una sociedad en la que recibimos más puntapiés que caricias. Ojalá sea el punto partida para comenzar a dar más caricias.
Doris Vian y Boris Vian presentan su CABARÉ de caricia y puntapié. Dirección: Alberto Castrillo- Ferrer. Textos de Ferrer y a partir de un trabajo de improvisaciones del equipo artístico. Intérpretes: Carmen Barrantes, Jorge Usón. Composición musical y arreglos: Miguel Ángel Remiro. Traducción de canciones: Alberto Castrillo – Ferrer. Profesora de voz: Raquel Agudo. Coreógrafa: Blanca Carvajal. Diseño de luces y jefe técnico: Carlos Samaniego – Sama. Regidor en escena: Hernán Romero. Escenografía: Manolo Pellicer, Mariano Aranda. Caricaturas en escena: José Luis Cano. Vestuario: Marié-Laure Bénard. Prensa: Tehagolaprensa. Teatro: El Cubo. (2011)
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http://picasaweb.google.com/113015855994035131819/ElCabare#
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1Boris Vian (1920 / 1959), novelista y dramaturgo francés, nació el 10 de marzo de 1920 en un suburbio de París. Fue, además, poeta, músico de jazz, y traductor. Egresado como ingeniero de la Escuela Central en el Liceo Condorcet (1942), la influencia artística de su entorno familiar terminó por prevalecer a sus estudios técnicos. De adolescente padeció serios problemas de salud, pese a lo cual no abandonó su gran pasión: el jazz. Su primera novela Trouble dans les Andains y Vercoquin y el plancton (1943), refleja su vida disipada mezclada con lo grotesco y lo absurdo. Escribió cuentos e hizo crítica de jazz publicadas en Les Temps Modernes y el periódico Combat, a instancias de Sartre y Camus respectivamente. Gran admirador de Alfred Jarry, apeló a su Patafísica, o "ciencia de las soluciones imaginarias", para una rebelión cómica contra la filosofía positivista. Su obra polémica ha sido tan reconocida como cuestionada. Como Vernon Sullivan, firmó su thriller al estilo americano, Escupiré sobre vuestra tumba (1946), censurada por su contenido violento y sexual, y otras tres que le valieron un juicio de cuatro años, tras el cual reconoció su autoría. El descrédito que le valió el episodio alcanzó también su producción más “seria”. Frecuentó el existencialismo de la época en el Club Saint Germain-des-prés y conoció a los grandes del jazz: Duke Ellington, Miles Davis y Charlie Parker y llegó a componer la ópera El caballero de las nieves. Sus principales obras son La espuma de los días (1947), una impactante historia de amor siempre vigente; El otoño en Pekín (1947) y El arrancacorazones (1953) de escaso éxito. Escribió diez novelas, entre ella La hierba Roja (1950), autobiográfica. Se convierte en director artístico de la compañía Phillips (1955), filma varias películas, una de ella laureada en Cannes y se agravan sus problemas de salud con un edema pulmonar. Su dramaturgia se inscribe en el teatro del absurdo. Diálogos inconexos y conductas incomprensibles, testimonian la naturaleza irracional de la existencia humana. L'équarrissage pour tous, comedia negra, fue representada por vez primera en 1950 y Los constructores del imperio, tragedia burlesca fue estrenada en 1959. Apartado por la productora del guión cinematográfico de Escupiré sobre vuestra tumba, y quizás a causa de ello entre otras cosas, Vian murió de un ataque al corazón el 23 de junio de 1959. Su reconocimiento ha sido póstumo.
2 Espectáculo premiado con el más importante galardón teatral en España, el Max al Mejor espectáculo de teatro musical 2010. Estrenada durante 2008 en Huesca y representada dos años después en Madrid, además de en otros muchos lugares de la geografía autonómica y estatal, la obra cruza ahora el océano Atlántico por primera vez.
3 El Gato negro es una compañía que comenzó su andadura profesional en 2002. El grupo asienta su filosofía en la creación de pequeños espectáculos de cuidadísima factura y alta calidad artística. A veces la generosidad, la libertad y el buen hacer teatral chocan con la industria del espectáculo y su comercialidad, pero esto no ha impedido que la trayectoria de nuestra pequeña compañía haya demostrado que es posible hacerse un hueco respetable en el panorama artístico nacional, como señalan las críticas, premios y recomendaciones profesionales obtenidas.
CABARÉ DE CARICIA Y PUNTAPIÉ from dediaproducciones on Vimeo.
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