viernes, agosto 31, 2012

La Máquina Hamlet de Heiner Müller






“Mi interés principal cuando escribo teatro es destruir cosas. Durante treinta años me obsesionó Hamlet, de modo que escribí un breve texto, Hamletmachine, con el que intenté destruir Hamlet (…)
mi impulso más fuerte consiste en reducir las cosas a su esqueleto, arrancándoles la carne y la superficie. (…)
Penetrar tras la superficie para ver la estructura”
(Müller 1996: 160).


Heiner Müller es el autor alemán más reconocido luego de Bertold Brecht, trabaja sus obras con muchos de sus procedimientos: teatralidad, parodia, canciones narrativas, situaciones clownescas y bufonescas, trasgresión del diseño aristotélico y ruptura de la lógica temporal del realismo, el feísmo, la violencia en escena, y todo aquello que recuerde al espectador la necesidad de permanecer en vilo durante la puesta, es decir, agredirlo desde la palabra y la imagen para que tome conciencia activa de lo expuesto. Pero al mismo tiempo, el autor eleva en sus obras de manera potencial esos recursos para dar cuenta de la estructura del relato de Shakespeare, basado en el mito de Orestes, y producir una implosión textual desbaratando las certezas de las palabras conocidas, del relato repetido, permitiendo a los actores y a la dirección una libertad que los atraviese. Máquina Hamlet1 es una pieza que exorciza las pasiones del triángulo amoroso entre la madre, el padre de Hamlet y su tío, y expone con una crueldad que se expande desde la fragmentación de un texto, una historia que no nos permite como espectadores ceñirnos y asirnos a ninguna línea de certeza, pero que sin embargo, nos habla de nuestro presente y de sus múltiples facetas de violencia y desolación. En Buenos Aires, la primera vez que la obra se vio en escena fue por el grupo Periférico de Objetos dirigido por Daniel Veronese en 19952, la puesta que dirige en esta oportunidad Cristian Martinez, ya desde la música nos ubica en una zona conocida, la cumbia forma parte de la cosmogonía latinoamericana, y los actores se mueven en ese ritmo conocido, para dar cuenta a través de seis actos, cinco son los originales, de un relato que presenta tensiones universales y por lo tanto, que no ceden su poder en el tiempo. Lo real y lo aparente, la inexistencia de una comunicación posible entre los seres que habitan el espacio teatral que es a la vez pálido reflejo de un afuera tenebroso, se logra a través de esos monólogos donde abunda la fuerza de la convicción y el temor; el amor y la traición, la vida y la muerte. La oscuridad y el contraste de una puesta expresionista es la manera que el grupo de actores y la dirección eligen para dar cuerpo al texto de Müller. Cada uno en su lugar de pertenencia, dando luz a las tinieblas de su historia, lleva adelante los soliloquios que construyen una narración a partir del desmembramiento de otra que es la pieza de Shakespeare, pero que en su demolición deja ver la estructura de toda relación y la eficacia que posee despojar del vestuario de la época isabelina al texto para desde ese  interior desnudo de máscaras, construir la continuidad entre lo que fue y lo que es. Ofelia, es la locura que produce el desamor de Hamlet, pero es también la última mujer que sufre la violencia de género. El amplio espacio escénico de La Mueca parece convertirse en un carrusel siniestro, donde todos los personajes siempre están presentes en semicírculo y cada uno de ellos tiene un ritmo propio. Precisión de una máquina donde cada engranaje tiene su función y puede transmitir un sentido distinto, y en cada desplazamiento los personajes se encastran generando una energía particular. Es difícil para el espectador asir al hecho teatral como algo acabado sino, por el contrario, está en constante movimiento y transformación. Los personajes cambian de lugar y de tarea, las buenas actuaciones le dan cuerpo en distintas situaciones con los más variados gestos, muecas y tonos, en un clima de fragmentación y de destrucción. La iluminación destaca, entre luz y sombra, al personaje que se adelanta hacia el público, mientras el resto de arrastra o salta o realiza movimiento torpes como una marioneta. Espacio lúdico en constante ebullición, donde nada se evapora y es el espectador quien debe elegir dónde focaliza su mirada, en una tensión constante desde el inicio de la obra. Más allá de escuchar la música pegadiza de:
Es un asalto de cumbia
es un asalto
arriba las manos
la gente, las manos
vamos, vamos.[3]

En esta puesta en escena de Máquina Hamlet la propuesta es diferente y creativa, con lo cual si bien podemos conocer el texto primero o haber asistido, en su momento, al primer estreno, nos ofrece múltiples bordes y como espectador intentamos inútilmente descubrir.    











Máquina Hamlet de Heiner Müller. Actúan: Damián D`Espósito, Martín Dodera, Federico Fernández Mardarás, Federico Fernández Schmidt, Ramiro Manduca, Cristian Martinez, Keila Reynoso, Mariana Ulivarri. Voces en off: Rubén de León, Cristian Martínez, Martín Dodera. Diseño y Realización de Vestuario: Mariana Salvi. Diseño Gráfico: María Cecilia Iacono. Diseño y puesta de luces: Horacio Piñeiro. Fotografía: Thematischmidt. Producción: Equipo Máquina Hamlet. Diseño y Realización Escenográfica: Equipo Máquina Hamlet. Asistencia: Marilú Maygret. Dirección y Puesta en escena: Cristian Martínez. Prensa: Tehagolaprensa. Teatro La Mueca.










1 Máquinahamlet (Die Hamletmaschine) es un texto escrito en 1977 y estrenado en Saint Denis (Francia) en 1979, y posteriormente reestrenada en Alemania, en 1988. La obra surge a raíz de la obsesión que Müller sentía por la obra de William Shakespeare y como un intento de dinamitar ese complejo dramático, de reducirlo a su esqueleto. El autor Alemán retoma el personaje de Hamlet y lo presenta inmerso en un problemática contemporánea, a través de una forma que busca la subversión de los límites del drama, que ya no funciona como principio arquitectónico del arte escénico. (Wikipedia)

2 Fue la quinta obra que el grupo llevó adelante y su primer "éxito" de público, transformando al Periférico de  objetos en un teatro imprescindible en todo festival internacional que se considerara prestigioso. Según palabras de Daniel Veronese, autor y director del grupo, "Hacer ‘Máquina Hamlet’ fue una decisión política, pero ante todo fue una decisión estética. Primero transitamos la etapa de búsqueda de la tragedia clásica como molde sobre el cual pararnos y trabajar los elementos de creación periférica. Llegamos entonces a Hamlet, a sabiendas de que el público que vendría a vernos contaría a priori con una cantidad de información y de infinitos prejuicios a partir de las puestas que ya habían visto de la obra, elementos estos con los cuales nosotros pudimos jugar". (Audiovideoteca de Buenos Aires)
 Por la contundencia en la violencia de las imágenes -ligadas por momentos en forma explícita a los sucesos que atravesó nuestro país-, el montaje tuvo como referencia directa -para los propios artistas y para el espectador que la presenció- al terrorismo de Estado argentino. Alejandro Tantanián -actor, autor y director teatral y ex integrante de “El Periférico de objetos”-, explica el trabajo desarrollado por el grupo en el proceso de adaptación del texto de Müller a la problemática argentina: “Lo que hicimos con Dieter Welke¸ un dramaturgista alemán especialista en la obra de Müller, quien vino especialmente a colaborar en el proceso de montaje, fue un trabajo de deconstrucción del texto original. Estuvimos tres semanas haciendo un trabajo de mesa.  (Maximiliano Ignacio de la Puente, 2008, “Sobre Máquina Hamlet”, en Ensayos dramatúrgicos blogspot)

3 Fragmento de la canción Asalto de cumbia de Gustavo Cordera  






La Monstrua de Ariel Mastrandrea





No soy yo quien mira desde el interior de mi mirada al mundo, 
sino que yo me veo a mí mismo con los ojos del mundo, 
con los ojos ajenos; estoy poseído por el otro”.
M. M. Batjin

La puesta desde el título sugiere un desvío, ya que desde la gramática, el sustantivo monstruo no tiene femenino, por lo tanto, en la indefinición del término rápidamente nos sitúa en un continente de incertidumbre. El nombre del personaje, Cornelia, que también siendo el femenino de Cornelio, la sitúa en ese lugar indeterminado donde su sexualidad se trasvierte. La palabra acciona como punta de lanza para introducirnos en el velado espacio escénico por un telón transparente que nos deja ver como en un discurso eufemístico lo aparente, pero que nos niega el contacto directo con la verdad. El autor trabaja con el feísmo, con una estética que desde el Romanticismo propone encontrar la belleza no en el exterior de hombres y objetos sino en su interior y sobre todo a través de la percepción del que observa; una negación rotunda a la belleza clásica, y una afirmación al encuentro con la subjetividad. Si lo bello y verdadero se unen, los cuerpos de Adán y Gloria encerrarían la bondad, pero como el Jorobado de Notre Dame1, la belleza del alma está prisionera de un cuerpo deforme, que a su vez es prisionero de la mirada horrorizada de los demás. Es por eso que el autor, trabaja su monólogo desde la poética del melodrama con todo lo que ello implica: el amor imposible, tanto el de Adán y Gloria, como el de la propia Cornelia,  la coincidencia abusiva que descarga su furia sobre el cuerpo victimizado de la “monstrua”, los personajes villanos que luego invertirán sus roles, la vida en el circo como contexto necesario para desarrollar la historia, y por fin la justicia poética, que pone a cada uno en el lugar que le corresponde, después de la tragedia. Los personajes femeninos en el romanticismo, que dialogan en el discurso maniqueo de la maldad y la bondad, se cruzan en la figura de Cornelia que reúne ambas cualidades, llevada por una sociedad que paga por la perversión de ver lo deforme, pero que necesita la distancia para comprobar su propia “normalidad”. A medida que transcurre el relato, el clima se va cargando de inquietud, y hacia el final uno siente que lo construido con la palabra puede tener la consistencia de lo real. En el doble encierro de su cuerpo y de los barrotes de su jaula, en la línea lábil entre lo público y lo privado, Cornelia construye un mundo que la cobije, que le haga olvidar un recorrido donde el horror, dejó literalmente sus marcas en el cuerpo. Por otra parte, dentro de esa puesta en abismo el baúl donde se encuentra Gloria es también un salto mortal al encierro y a una cárcel que va más allá de barrotes y cerraduras. El actor logra con maestría dar a su personaje todas las dimensiones de la ambigüedad de su apariencia en contraste con su voz y su gestualidad profundamente femeninas. Desde lo patético consigue conformar una subjetividad de mujer más allá del exterior, sobre un vestuario que apenas cubre lo bizarro. Marcelo Mangone, que tiene a su cargo la dirección, logra que la actuación de Lopardo permanezca siempre en equilibrio en el difícil límite entre lo trágico y lo cómico, llevando paulatinamente el recorrido, sutilmente hacia el drama. Como la esfinge de la mitología clásica tiene ese otro lado enigmático y maravilloso, La Monstrua pone en escena una corporalidad que no se puede encasillar en categorías previas sino, por el contrario, las anula. Siguiendo a Calabrese:

En los últimos años hemos asistido y seguiremos asistiendo a la creación de universos fantásticos pululantes de monstruos. […] Ya esta constatación sería suficiente para reflexionar sobre una superficial relación con el barroco y con otras épocas ‘similares’ productoras de monstruos: baja latinidad, baja Edad Media, romanticismo, expresionismo. Todos ellos son periodos en los cuales el monstruo se emplea para representar no tanto lo sobrenatural o lo fantástico, como sobre todo lo ‘maravilloso’, que depende de la rareza y casualidad de su génesis en naturaleza y de la oculta misteriosa teleología de su forma. (106-107)

La luz tenue en algunos momentos del espacio íntimo nos ubica en el nivel de los recuerdos y los miedos. La escenografía es como una gran caja china que contiene otra más pequeña y más siniestra.  Un caja china que ha quedado detenida en el tiempo de la tierna infancia: un pequeño sillón azul, un viejo maniquí, tristes y descuidas muñecas que quedaran esparcidas en el suelo; el voile que no solo limita el espacio escénico sino además remarca la imposibilidad del personaje para  comunicarse con el mundo “normal”. Su único partenaire en el espacio virtual representando es el enano Jaime, y en espacio real, representado su partenaire, sólo las sombras de la crueldad cotidiana. Con ductilidad Omar Lopardo logra jugar en constante vaivén con la violencia, física y psíquica, ejercida sobre la “monstrua”, con la violencia que ella ejerce sobre los amantes pero, y sobre todo, con la sensibilidad a flor de piel de cualquier individuo, hombre o mujer, que necesita ser amado y respetado. El tiempo real del espectáculo parece contraerse mientras el tiempo de la historia busca inútilmente un punto de fuga. El hecho teatral no es un cuento de hadas como La Bella y la Bestia sino, quizá, una forma de explicitar la inestabilidad e informidad de nuestro mundo globalizado: donde “algunos” pocos siguen dictado las normas que nos abarcan a todos.  






La Monstrua de Ariel Mastandrea2. Actor: Omar Lopardo3. Diseño de espacio sonoro: Luis Sticco. Escenografía: Belén Pedernera. Caracterización: Verónica Calabrese. Vestuario: Omar Lopardo. Luces y diseño: Marcelo Mangone4. Arte: Beatriz Bekerman. Prensa: Tehagolaprensa. Asistente de dirección: Marina Bloch. Dirección: Marcelo Mangone. Sala: El Espión.






http://www.carteleraelespion.com.ar/2012/08/la-monstrua.html

http://cornelialamonstrua.blogspot.com.ar/








Mangone, Marcelo, 2008. “Entre el sueño y la vigilia” en Revista cruel de Teatro Saverio número 1, mayo.









1 Victor Hugo representante máximo del Romanticismo francés escribe tras un año de trabajo  de 1830/1831, Nuestra Señora de París, donde el personaje central es un jorobado que vive por caridad dentro de la Catedral y se enamora perdidamente de Esmeralda la gitana perseguida por un sacerdote que la requiere y al no conseguirla quiere llevarla al tribunal de la Inquisición. Sitúa la acción en un día de festejos donde aparece la descripción detallada de lo que sería una corte de los Milagros, gente de toda ralea y entre ellos cómicos, volatineros, gente de circo.


2.Ariel Mastandrea- (Montevideo, 28 de octubre de 1946) Dramaturgo, Guionista de cine, Periodista, Publicista, Gestor y Activista Cultural Investigador en áreas multidisciplinarias vinculadas con el Teatro Latinoamericano , en especial con la “Historia de las Artes del Espectáculo” , con la “ Teoría y Desarrollo de Vertientes Alternativas e Institucionales aplicadas al Arte”, así como también en las áreas de “Tecnologías Aplicadas al Servicio del Conocimiento”.Ha vivido en Estados Unidos , Venezuela y España y viajado ampliamente por Europa. Obtuvo la Beca para Postgrado del Centro de Estudios Latinoamericanos "Rómulo Gallegos", en Caracas, Venezuela, para el Seminario Anual de guiones literarios y cinematográficos (1976). Fue asistente de la Dirección de Publicaciones de la Oficina Central de Información de Venezuela (1975-1977). Articulista de varios medios de prensa de Venezuela y México (1976-1978). Entre 1975 y 1987 realizó cortos y medio metrajes culturales en Venezuela y EEUU. Obtuvo el Premio al Mejor Guión Literario por "Sarisariñama, una isla en el tiempo" (Festival de cine de San Juan de Puerto Rico, 1976). Fue Creativo Asistente en el área hispana del Canal 41 de New York, (1981) EEUU. Trabajó en Radio Caracas Televisión (1984-1987). En publicidad prestó servicios para grandes corporaciones publicitarias (J.W.Thompson entre otras) tanto de Venezuela como de EEUU. La Monstrua tuvo su primera relación con el público en 2002 con dirección de Marianella Moreno con la actuación de Ismael Moreno en la inauguración del Espacio Alternativo Teatral del Mincho Bar.


3 Omar Lopardo se formó en la Escuela Metropolitana de arte dramático (Emad) y ha transitado todos los géneros dramáticos. Coprotagonista de los primeros espectáculos de Enrique Pinti (Pan y circo, Salsa criolla, El infierno del Pinti).... Fue compañero de escenario humorista durante 16 años. Hizo comedia musical: "Amor sin barreras"-(Teatro Alvear) con Susan Ferrer, "Sweet Charity" (con Florencia Peña)...Infantiles musicales "Crema Rusa"• (Teatro Maipo) Y formó parte del elenco del teatro San Martín: "Mil años un día" Direcc. Alejandra Boero- Con Walter Santa Ana y Alej da Passano, "Primaveras "(de Aída Bornik) con Roberto CArnaghi, Elena Tasisto, Juana hidalgo. Actuó en Nueva York en el Public Theater Junto a Gasalla y Pinti En el marco del New Yor Shakespeare Festival-  Fue premiado por el "Estrella de mar" como mejor actor de reparto por el drama "Van Gogh" De Pacho O`Donell Con Dirección de Daniel Marcove.
Otras obras: "Hoy estás" de y con Ricardo Talesnik.- "MI bello Dragón" (INf. Teatro MAipo)
En televisión ha participado en numerosos programas: El 22, El loco, CANAL 13. Video match CANAL 11.- Muñeca Brava-.- CANAL 11.- Agrandaditos-. CANAL 13.-Por ese palpitar  CANAL 2, El Show de Antonio Gasalla-. CANAL 9.-Chiquititas. CANAL 11, Libremente. CANAL 2, entre otras - Como Autor ha escrito numerosas obras que se representan en todo el país. Ha ganado premios de Argentores ("Y usted de que Murió", "Fatigatti y Purichelli") Del Inst. Nac. De teatro... ("Mishifuces") Primer premio del Quinto festival de obras de humor ("Bon yur Tailandia") Primer premio del Certamen VIVIR EN DEMOCRACIA. ("Trilogía de ausencias") Mención de honor certamen METROVIAS, ("Expiación") Autor y director del programa infantil "MEMUKIS" por canal 13 y de "Libremente" (AMERICA) Direcc. Mario Sábato.- Actualmente en gira nacional con su comedia "14 millones" (Premio Carlos a la mejor comedia Carlos Paz 2012.-) Protagonizada por Grecia Colmenares, René Bertrand- Matías Alé, Paula Volpe.

4 Marcelo Mangone  es director de cine y teatro con numerosas puestas en el curso de su trayectoria.  En una entrevista para la Revista Saverio se expresaba así sobre su trabajo: “El proceso creativo es propio, personal, tan personal como la música del cuerpo, y cada creador debe ir buceando en su interior, desde el ensayo (la prueba y el error), su distintiva manera de acercarse a la creación. (…) Aunque indefectiblemente, cuando comienzo a trabajar me pregunto como saltar el vacío que me provoca la “obra” y el inicio del trabajo, tal vez sin darme cuenta que ese salto es el inicio del trabajo mismo, la pulsión inicial. Intento “dialogar” con el material, tratando que este me transforme y que me permita transformarlo, sin que ese “diálogo” sea un simple intercambio de información sino material en puro trabajo de transformación.” (M. Mangone, 2008, para Saverio)




La Playita de Gonzalo Villanueva



La persistencia en nuestro campo teatral del realismo en todas sus variables y procedimientos es un hecho que ya no tiene discusión. Desde las puestas más cercanas al circuito profesional como desde el teatro de cámara de autogestión, en salas que son además prolongación de Escuelas de teatro y otras tareas culturales, la puestas cuya poética responde a la entrega de una tesis al espectador, una verdad de carácter social, sobre todo con la problemática que atañe a la clase media, que debe ser escuchada y luego modificada a través de la exposición en el escenario es más habitual de lo que seguramente se supone. La Playita de Gonzalo Villanueva da cuenta de este registro tanto en la escenografía, las actuaciones que reproducen los estereotipos de la mujer frívola, la sometida, la madre memoriosa y que vive a través de la realización de su hijo, el racista, discriminador y dominante en la relación de pareja y el hijo abandonado por la indiferencia materna que necesita de un amigo imaginario para sobrellevar una infancia en soledad; como también en su lógica temporal. Lo inédito, lo diferente que texto y puesta proponen es  el elemento fantástico cuya función no sólo es irrumpir en un mundo ordenado para desestabilizarlo, como en el cuento o la novela, sino producir además una reflexión de carácter existencial sobre el comportamiento de cada uno de los personajes involucrados. Lo extraño aparece en esa playa donde el aburrimiento parece el denominador común y los diálogos son la consecuencia de la banalidad de sus vidas; donde el sexo en la pareja joven es un ariete para insultarse y denigrarse, y el silencio también. Todo ese orden establecido cargado de convenciones y sobreentendidos, se quiebra cuando un ser desde el mar es traído a la playa en malas condiciones y cada cual tomará como pueda un lugar en la nueva escena y descargará en el otro sus inseguridades, sus miedos. La propuesta es un intento interesante de producir sentido a partir del cruce de un género por otro, pero a pesar de eso, no fue suficiente para conmover o empatizar con el espectador, que es lo que la pieza buscaba. Actuaciones no todas en un mismo registro y nivel, diálogos por demasiado tiempo triviales, y un conflicto que no logra profundizarse en ninguna de las micro historias presentadas impiden su concreción, a pesar de algunas breves situaciones humoristas bien logradas. Una puesta realista que nos hace recordar vacaciones pasadas, el ruido del mar, la arena, el bronceador, el mate, ….; la incorporación de los dos niños le da un aire de frescura y logran ambos, en un momento en particular, crear un clima de ternura.




La Playita de Gonzalo Villanueva1. Colaboración autoral: Ricardo Vallarino, Diego Quiroga. Elenco: Paula Cancela, Patrizia Camponovo, Franco Cucchiara, Adriana de Miguel, José Luis De Giano, Alicia Godoy, Matías Leiva, Santiago Miguel, Fabiana Miguel, Juan Moretti. Diseño de escenografía: Gonzalo Villanueva. Asesoramiento en escenografía y vestuario: Pepe Uría. Realización de la piedra: Pepe Uría, Poky Nin, Fabio Toñanez, Laura Serial, Gonzalo Villanueva. Realización del horizonte del mar: Leonardo Olivera y Natalia Serraff. Diseño y realización de la sirena: María Maidana Corpus. Diseño de luces: Sergio Cucchiara. Diseño gráfico: Leopoldo Villanueva. Prensa y difusión: Duche & Zárate. Asistencia de escenario: Laura Serial. Puesta en escena y dirección: Gonzalo Villanueva. Teatro del Abasto.




1 Gonzalo Villanueva tiene una trayectoria donde curso con directores tan personales como Agustín Alezzo y Ricardo Bartís. Su carrera profesional transitó distintos caminos enlazados por la misma voluntad de expresar contenidos creativos en el campo de la estética y el sentido: por un lado, desempeñándose como productor y realizador en televisión abierta y de cable y, por el otro, como director, diseñador de luces, puestista y actor de teatro. Su debut teatral lo encarnó cuando escribió y dirigió “Los infieles”, experiencia teatral de investigación física, estrenada en el ya desaparecido Bajo Corrientes en el 2000.  Entre el 2001 y 2003 trabajó como elenco estable de la compañía de teatro off-Broadway Repertorio Español, donde participó de siete obras teatrales entre las que se destacan “Bodas de sangre”, "Crónica de una muerte anunciada", "Los cabellos de Absalón", “Yerma” y “La malasangre” desempeñando papeles principales y secundarios. Fue elenco de la compañía De la Guarda en el show "Villa Villa" en su gira por Buenos Aires. Protagonizó "El diario de Adán y Eva" en el Centro de Bellas Artes de San Juan de Puerto Rico y "El kaso Dora" en su segunda temporada en la misma ciudad. En el 2004 obtuvo el segundo puesto en el Concurso Provincial de Guión y Dirección General de la Fiesta Nacional de la Vendimia, en Mendoza. Es el autor de la novela “La ruta de aquel nombre”, publicada por Grupo Editor Latinoamericano y distribuida en Argentina, Puerto Rico y Nueva York, además del autor de tres obras de teatro aún no estrenadas.





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